Érase una vez, Barbie, Oppenheimer y Sound of Freedom

¿Y qué tal la peli?, preguntaban amigos míos, ni bien les contaba que había salido del cine después de ver alguna de las producciones cinematográficas, que actualmente ocupan los primeros lugares en la taquilla.

Por supuesto, explicar por qué una película puede ser más consistente que otra, implica conocer el trasfondo del argumento obvio que en la pantalla se muestra, pero lo cierto es que, para comprender y sentir al filme, también es necesario indagar sobre las situaciones y los contextos que han originado la escritura de un guion y el diseño de una producción.

Barbie: los guiños más claros que oscuros.

Es el caso de Barbie, una película que desde el año pasado ha sido esperada por los fanáticos de la marea rosa, y que ha llegado a las salas de cine para decirnos que aquella muñeca de piernas largas y cabellera rubia, no necesita verse de manera estereotipada. Una idea clara bajo un discurso que se acerca más a una corriente feminista, según muchos, y que, sin embargo, muestra desde un humor negro la singularidad de los cánones sociales, aunque para esto, a manera de sátira, también haya hecho ver a un Ken sin marca de personalidad, simplemente con el fin de transcribir una regla a la inversa, para luego reacomodarla, y posteriormente, mostrarla desde su punto de equilibrio.

Claramente, este no es un filme para el público infantil, como seguramente, muchos padres de familia habrán pensado. Y es justamente esta forma de encuadrar el concepto de Barbie, lo que hace más poderosa la trama, permitiéndonos ser parte de una situación en la que se pasa de materializar a humanizar un significado. ¿Y esto para qué?, se preguntarán algunos, y quizá desde mi posición pueda o no convencer a ese grupo que se cuestiona los porqués, pero aun así, sostengo la idea de que la transgresión a las convenciones se genera desde el quiebre de las idealizaciones, y así es cómo se destroza una parodia clásica que ha acompañado a la muñeca querida de muchos por varios años, sosteniendo alrededor de ella diversas interpretaciones, en su mayoría poco válidas, y que vergonzosamente, han sido entrelazadas a la idea de lo que es y no una mujer.

Oppenheimer: el preludio de una erosión existencial.

Por otro lado, tenemos a Oppenheimer y la dualidad que en el ser humano se hace constante, tomando como referente al creador de la bomba atómica que destruyó Hiroshima, el cual, a pesar de parecer un hombre frío, metódico y calculador, características propias de su genialidad, se somete a su mayor interrogante: ¿ser o prevalecer?, para que a partir de ello, nos cuestionemos si la verdadera catástrofe se originó a nivel material o en la mente del personaje.

La trama se sostiene a través de los flashbacks, el color y la música, siendo esta última una característica principal en todas las obras de Christopher Nolan; y revelándonos que al borde de la tragedia puede hallarse la poesía, algo que se ve en una de las escenas más importantes de la película, durante la primera detonación de la bomba en Alamogordo. Entender esta secuencia y lo que ella guarda es fundamental para hilvanar los hilos de lógica existencial que acompañan al guion, basado en el libro ganador del Pulitzer, Prometeo Americano, el triunfo y la tragedia de J. Robert Oppenheimer.

La óptica de algunos ha llevado a considerar la trama como el típico reflejo narcisista norteamericano, para mí, no representa una oda al imperialismo, más al contrario, expone al espejo de la contradicción, frente al que nosotros, como seres humanos, somos lo que no profesamos. Así que, en vez de pensar en Oppenheimer como una película histórica, es mejor entenderla como un filme inquietante, que pone de manifiesto la forma en la que el hombre intenta convencerse de sus razones, frente a la motivación que tiene por ser entendido.

Sound of Freedom: cuando la crítica se convierte en marketing.

Finalmente, está Sound of Freedom, que en las salas de cine en Bolivia todavía no es posible encontrarla, y, sin embargo, gracias a la crítica que ha arrastrado a nivel mundial, y que indirectamente, le ha generado un buen marketing, es muy posible que pronto la tengamos en nuestras salas.

El filme se basa en una historia real que problematiza el tráfico sexual infantil en Colombia, desde donde se construyen redes que sobrepasan las fronteras, llegando a ser Estados Unidos un punto táctil para comenzar las operaciones de búsqueda y rescate, gracias a la valentía de un agente de la Oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional (HSI, por sus siglas en inglés), que revela una serie de hechos despiadados, ejecutados por grupos dedicados a estos actos delincuenciales.

Leyendo solamente la sinopsis y lo que se dice de ella, es fácil hacerse una idea de lo que esta historia representa, y que ha sido retratada por muchos como una crítica más que como una película, y esto es lo que ha generado que diversos grupos elitistas, y hasta políticos, la censuren, prohibiendo, incluso, su promoción en medios de comunicación, no obstante, a raíz de la polémica y la propaganda prohibitiva, es que la historia se ha dado a conocer en mayor medida, llegando a recaudar, aproximadamente, 140 millones de dólares en taquilla, solamente en Estados Unidos, según datos de Box Office Mojo.

¿Podría ser el significado de algo simplemente aquello que se entiende? La respuesta parece compleja si es que no vemos las sombras que acompañan un concepto. Y es así cómo funciona nuestra mente y la necesidad de hallar más porqués a aquello que a simple vista se ve. Por eso, creo que cuando nos acomodamos en los sillones del cine intentando disfrutar de la película, también demos descifrar sus matices, porque lo más seguro, es que de esa forma, nuestra experiencia cinematográfica sea más propia que ajena.

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