“Hay que preguntarle al ChatGPT”, es lo que escucho decir a muchos últimamente, y es que, desde la llegada de esta inteligencia artificial (IA), pareciera que las personas han empezado a confiar más en una aplicación que en las propias ideas que emergen de sus cabezas.
Fue una noche de junio de 2009, que en la colonia menonita de Manitoba, Bolivia, la pesadilla de un grupo de mujeres llegó a su fin, tras haber sido despojadas de su inocencia y libertad.
No me cabe duda de cómo se ha transfigurado la literatura boliviana a partir de la obra de Adolfo Cárdenas, y de qué manera, nosotros como lectores, casi nos hemos sentido en una especie de realismo mágico y casi hemos sido habitantes de la periferia.
Hasta ahora es que escuché hablar de Nollywood, el “home video” nigeriano, que se ha convertido en el motor principal de la economía en África.
Tal como alguna vez sucedió con el escritor uruguayo Eduardo Galeano, quien en una ocasión de esas que ocurren cada cuatro años, colocó un cartel en la puerta que decía: “cerrado por fútbol”.
¿Qué es aquello que nos hace elegir entre una y otra idea? He pensado que, quizá, la elección sea un principio natural de las personas en busca de un aliciente frente a un monocromático cotidiano.
Pareciera que el humor, la ironía y el sarcasmo fueron un refugio común y certero que el lenguaje femenino encontraba propio y natural para caracterizar lo humano y deshumano de la sociedad, sin descuidar un propósito de lucha en cada letra enlazada a otra.
La Paz, cuna de la libertad y tumba de tiranos, abrazada por la cordillera de Los Andes, camuflada por el río Choqueyapu y descubierta por espíritus que merodean sobre los 3.650 metros sobre el nivel del mar, es aquella hondura en la que la paradoja es sinónimo de sabiduría y causa de una permanencia definitiva.
Durante las últimas semanas, y mucho más que en otras ocasiones, las redes sociales se han visto inundadas de memes, vídeos y opiniones, en algunos casos bastante afiladas, dando cuenta sobre quién debería ganar uno de los mayores juicios mediáticos de la historia.
Si debo hablar de una de las pocas películas que en los últimos años me ha orillado al porvenir de la nostalgia, me sobrarían los adjetivos calificativos para honrarla. Esta vez no me queda duda, y si debo comentar sobre el horizonte más allá del filme, que sean “Las niñas” las que lleven la ventaja.
