Hidroeléctrica Ivirizu, un antecedente de la permisividad que daña áreas protegidas

Hidroeléctrica Ivirizu, un antecedente de la permisividad que daña áreas protegidas

Foto de portada: ENDE

Es una de las represas más grandes que se construye en Bolivia y la mayor inversión en generación eléctrica que se haya realizado en el país. Es también uno de los antecedentes más importantes de manipulación normativa para dañar un área protegida, advierten investigadores y ambientalistas. El Proyecto Hidroeléctrico Ivirizu es una herida abierta en el corazón del Parque Nacional Carrasco, en Cochabamba. Una mancha polvorienta en el bosque amazónico fruto del afán de generar energía eléctrica de forma renovable, y también un ícono de la ingeniería china en el país, pues su construcción la encara Sinohydro, subsidiaria de la gigantesca empresa asiática PowerChina.

Para la construcción de esta hidroeléctrica se cambió normativa que establecía zonas dentro del parque donde no se permitía la instalación de este tipo de mega-obras, de acuerdo a un reporte del Centro de Documentación e Información Bolivia (CEDIB); asimismo, se restó importancia al decreto de creación del área protegida, y a la ley que regula su cuidado.

Ahora la obra tiene un 77% de avance y se prevé concluirla (después de varios retrasos) en julio del 2024. Se estima que aportará un 10% de la electricidad producida en el país.

Para Marco A. Gandarillas, responsable de Monitoreo de Inversiones Chinas de Latinoamérica Sustentable, lo que ocurre en esta área protegida es un antecedente funesto. «Los efectos son obviamente legales, si se puede hacer esta obra en el Parque Carrasco, se puede hacer otras obras de este tipo en cualquiera de las 12 áreas protegidas de carácter nacional. Esta obra en sí misma representa un retroceso en el sistema de protección y el concepto de conservación», manifestó.

Deforestación en las orillas del río Ivirizu para construir la planta. Foto: Captura de Google Earth.

El gobierno de Evo Morales se caracterizó por impulsar este tipo de represas en zonas sensibles del país por su impacto ambiental: como las represas de El Chepete y El Bala que se pretendían levantar por casi $us 9.000 millones en el norte de La Paz. Para la de Ivirizu se calculó una inversión de $us 555 millones con créditos del Banco Central de Bolivia (BCB).

Los árboles se comenzaron a talar en 2017, inmediatamente después de que se firmara el contrato con Sinohydro. Los caminos se abrieron y los cerros se cortaron con el fin de poner en marcha la hidroeléctrica en 2021; pero los conflictos sociales y la pandemia contribuyeron a los retrasos. En enero del 2020, ante el daño ambiental que representaba la hidroeléctrica, un equipo de investigadores del Museo de Historia Natural Alcide d’Orbigny se lanzaron al bosque para recolectar especies en la zona. En esa incursión redescubrieron a la «rana de cristal», un anfibio que se creía extinto hace 18 años.

«El daño es irreversible, no podrá ser remediado y es impresionante. Yo no sé dónde piensan distribuir la electricidad. Ahora ya hay plantaciones de coca y los dos últimos años se han tenido incendios enormes que no se han podido sofocar en días».

Janeth Gómez, parte del Colectivo No a la Tala, de Cochabamba
Gigantescas construcciones para la represa en Ivirizu. Foto: ENDE.

La diversidad de vida que hay en la zona es impresionante. Se calculan 320 especies de flora (50 de orquídeas endémicas), 52 de mamíferos y 700 de aves. «El proyecto está teniendo importantes efectos negativos sobre estas especies altamente amenazadas. Hasta ahora, la empresa Sinohydro ha deforestado más de 180 hectáreas de bosque dentro del área protegida sin tomar medidas visibles de reparación ambiental», resaltaron más de 50 organizaciones de la sociedad civil en una carta enviada el 2020 al Gobierno chino y a Sinohydro. En la misiva proponían conformar un comité para promover la difusión de información y gestionar «emergencias de sostenibilidad»; pero no hubo respuesta.

Para Gandarillas, los trabajos en Ivirizu tienen un impacto en las especies endémicas en riesgo de extinción, transforman el paisaje, modifican la cuenca y podrían aumentar la emisión de gases de efecto invernadero en el futuro, ya que una vez que la zona se inunde, la vegetación será cubierta por el agua y se pudrirá, y luego despedirá estos gases.

La empresa estatal ENDE manifestó a través de un comunicado que para construir la hidroeléctrica se cumple con toda la normativa y que cuentan con los estudios de impacto ambiental y hasta 20 planes de prevención y mitigación. Sin embargo, estos no se han hecho públicos.

Asimismo, expresó que la generación de electricidad mediante una fuente limpia y renovable contribuirá a reducir emisiones de carbono. Hoy en día, en Bolivia, el 72% de la electricidad se genera con gas, cuya producción va cayendo. Lo más preocupante es que después de 2030 Bolivia podría necesitar importar gas para generar electricidad, según previsiones de la consultora Wood Mackenzie.

Sinohydro no dio comentarios para este artículo, pese a los intentos por conseguir su versión.

Obras de desvío del río Ivirizu. Foto: ENDE.
¿Para qué servirá la hidroeléctrica?

Hay quienes consideran que el Proyecto Hidroeléctrico Ivirizu tiene poca utilidad, ya que Bolivia apenas consume la mitad de la electricidad que produce (la mayoría gracias al gas). Pero otros piensan que en un futuro no tan lejano, cuando el gas se agote, una hidroeléctrica de esa magnitud será una gran ventaja. Eso siempre y cuando opere en las condiciones previstas.

Pero sobre este último hay algunas dudas. «¿Qué puede asegurarnos que no haya fisuras al interior del hormigón de la represa? A menos que estén haciendo los controles respectivos», dijo el ingeniero civil, especialista en recursos hídricos, y presidente de la Asociación de Ingenieros Eméritos de Cochabamba, Gonzalo Maldonado.

Además, lamentó que no exista la suficiente transparencia para asegurar que la obra se realiza bajo los más altos estándares de calidad, especialmente cuando Sinohydro ya tuvo enormes errores en la construcción de la hidroeléctrica más grande de Ecuador, Coca Codo Sinclair.

ENDE aseguró en un comunicado que «cada etapa de construcción ha sido llevada adelante con precisión y dedicación, respaldando nuestro compromiso con la excelencia y la calidad en cada aspecto del proyecto».

No obstante, una fuente que hizo seguimiento al proyecto, y prefirió guardar su nombre en reserva, alertó: «Los técnicos de Ivirizu dijeron que Sinohydro no está controlando la calidad de la represa, y hasta que se acabe de construir no se sabe si funcionará. No hay mucha confianza”.

Gandarillas señaló que el problema de fondo es el lugar donde se construye la represa, en el corazón del Parque Nacional Carrasco. Dijo que si bien se debe hacer un cambio de matriz energética y abandonar de a poco las fuentes de combustible fósil, esto debe hacerse de forma responsable. No obstante, ya ocasionado el daño en el área protegida, el investigador opinó que «la hidroeléctrica no debe convertirse en un elefante blanco«.

Obras en el Parque Nacional Carrasco. Foto: Janeth Gómez, Colectivo No a la Tala.

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