¡Buenas tardes!: el saludo que tanta falta nos hace

Entras a un ascensor y te encuentras con 4 personas en su interior, dices “buenas tardes” y solo te golpea un silencio sepulcral. De pronto te preguntas: ¿Habré saludado despacito?, ¿estarán con audífonos? y algo ya extremo, ¿serán sordos? Pero no. Todos te escucharon y no te respondieron.

¿Les ha pasado alguna vez? En cualquier oficina, en la universidad, en un trufi, en una góndola, en un restaurante, etc. Responder el saludo es una atención que languidece cada día, en cualquier espacio social en el que nos encontremos y lo peor es que esta falta de cortesía la estamos normalizando.

Para no irme a extremos, busqué cuál es la importancia de saludar y responder el saludo. Un artículo de la Unicef, publicado en plena pandemia del Covi-19, señala que el saludo “es un símbolo de bienvenida, respeto y aprecio por la gente que nos rodea”. Con el distanciamiento que había que mantener en ese momento, se estaba perdiendo ese hábito, el de saludar.

Asimismo, Víctor M. Aguirre, especializado en marketing, dice -en su artículo sobre el arte de saludar- que este gesto “es una forma cordial y cívica de establecer una comunicación con otras personas con las que convive”.

Entonces no estaba tan perdida. ¿Por qué tenemos que saludar? Cualquier acto de comunicación o de relación entre seres humanos comienza con el saludo, como una forma básica de generar una proximidad y de ser parte de un entorno común. Además, y lo primordial, es en esencia un símbolo de respeto hacia el otro por el simple hecho de que comparten un espacio.

Sin embargo, en nuestra ciudad el saludo está desapareciendo, especialmente en los adolescentes y jóvenes. Subes a un bus, saludas y nadie te responde; ingresas a una tienda, saludas y nadie te contesta; subes a un minibús y con suerte te saluda una señora y el chofer, a veces ni eso.

“Es que todos están en su mundo”, me dicen alguna vez. Sí, es común que cuando estamos en la calle, mientras caminamos o estamos en algún medio de transporte, nuestra cabeza tenga miles de cosas encima, queremos solucionar nuestros problemas ese momento, estamos organizando lo que haremos en las siguientes horas, o estamos preocupados por alguien o por algo. En resumen, cada uno transita bajo un cúmulo de ideas que rebasan muchas veces nuestra capacidad de concentración.

No obstante, saludar en medio de ese torbellino de pensamientos no nos quita nada y, más bien, dice mucho de nosotros. “Buenos días”, “Buenas tardes”, “Hola, qué tal”, podemos decir en sólo dos segundos, pero con ese gesto se habrá iluminado el día de la persona que recibe el saludo, otra será la vibra.

Que se normalice desde nuestros hogares enseñar a nuestros hijos, sobrinos o familiares saludar a cualquier hora, en cualquier lugar y a cualquier persona. Que no se normalice el silencio y la apatía frente a un “buenas tardes” o a un “buenos días”. En la cotidianidad de la vida, en la que nos relacionamos con decenas de personas todos los días, un gesto esencial como el saludo es la base de mejores seres humanos.

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