¿Cómo suenan los sueños?

Créditos: Vanessa Calvimontes

Hace poco más de una semana, el Museo Nacional de Etnografía y Folklore MUSEF celebró la versión número 37 de su Reunión Anual de Etnología – RAE, un evento académico esencial para las ciencias sociales que se realiza de manera ininterrumpida desde finales de los años 80. Este año la temática “Sonidos, Músicas y Espacios” logró reunir a más de 130 expositores de distintas áreas académicas: arqueólogos, antropólogos, sociólogos, comunicadores, historiadores, lingüistas, etc., así como también artistas, artesanos y músicos de distintos ámbitos: folklóricos, metaleros y clásicos (por nombrar solo algunos) se dieron cita en este espacio para presentar sus distintas miradas acerca del tema propuesto. Si bien estas interesantes charlas fueron parte importante del encuentro, el MUSEF se superó una vez más a si mismo, coronando el pastel de sus 61 años de vida con dos espectaculares cerezas.

La primera fue más que un complemento necesario a todas estas discusiones académicas; la realización de 14 conciertos musicales dentro del marco del “Diálogo de Sonoridades” que, en palabras de la directora, Elvira Espejo Ayca, “Son músicas silenciadas primordiales para nosotros. Silenciadas por la modernidad, el paso del tiempo y por la falta de interés de los jóvenes que ya no interpretan sus danzas y música originarias. Es parte de la labor que como museo tenemos que cumplir de preservar y fomentar el resguardo de una cultura viva que se recrea en la danza, en la música y en los rituales con los que se relaciona” (ABI.bo).

Estos conciertos dieron al público asistente la posibilidad de reconectar con sus raíces, con aquella música de los abuelos, aquella que sigue presente en el área rural y que está siendo poco a poco olvidada. Sonidos andinos y amazónicos se dieron cita en este evento, donde los Wititis de San Martin de Iquiaca (La Paz) compartieron escenario con los Violines de Tacuara de Urubichá (Santa Cruz), la danza y los sonidos del Arete Guasú de Machareti y Huacaya (Chuquisaca / Chaco) alegraron la noche junto a los Sikuri de Taypi Ayca y la fuerza de los Jula Julas de la comunidad de Qaqachaka (Oruro) se encontró con la mística del Jach’a Tata Danzanti de Umala y de Achacachi.

Créditos: MUSEF

Finalmente, coronando esta gran reunión, el MUSEF presentó su exposición anual denominada “Samanan Qamasap Ist’añani. Sonoridades y espacios musicales” una exposición desplazada en tres espacios que son las que dan título a esta nota, pues pasear entre esta propuesta museológica y museográfica hace que uno se plantee ¿cómo suenan los sueños? Y no es para menos, pues la propuesta que trae el museo este año no solo es rica en contenido, sino que, además, plantea una visión que conecta al espectador con ese senti-pensar que parte de la conexión horizontal entre el ser humano y la naturaleza, entre los sonidos y el silencio, entre lo que sentimos y lo que construimos a cada instante. La primera sala, con una museografía que destaca con sombras instrumentos arqueológicos, reflexiona también sobre la cadena operatoria del siku y de la quena.

La segunda sala es una muestra exquisita de las diversas danzas del país, aquellas silenciadas, que en muchos casos no forman parte del aclamado folklore boliviano, saturado de morenos y caporales, pero que, sin embargo, son parte esencial de sus contextos, de sus regiones y de las conexiones interespecie y relacionales que se dan en las comunidades, en los pueblos y en las áreas rurales. Por último, la tercera sala alude a un sueño, donde los instrumentos forman parte de las constelaciones y se relacionan con el agua. Una sala que embriaga a quién ingresa y lo deja soñando, preguntándose sobre el sentido final de los sonidos que nos rodean, de los silencios que nos encierran, de esa interacción única que existe entre todos los seres que habitamos la tierra y que vibramos con ella.

Céditos: MUSEF

La propuesta

La propuesta del MUSEF es, una vez más, desafiante. Denota el esfuerzo de un equipo joven y entusiasta, pero con la experiencia y la capacidad necesaria para enfrentar preguntas y dar respuestas desde miradas otras, desde perspectivas nuestras. Sin lugar a dudas la guía de Elvira Espejo es imprescindible, su perspectiva es clara y sus planteamientos son poderosos, acompañados de una estética única que se hace presente en las exposiciones que plantea.

No se puede olvidar mencionar la experiencia y enorme entrega del curador de la muestra, Richard Mújica, un antropólogo, músico e investigador que lleva varios años aportando y trabajando desde la música y que en esta ocasión plasma esta pasión suya en esta maravillosa exposición. Salvador Arano, jefe de investigación, es también parte esencial de esta construcción desde una mirada arqueológica complementaria, al igual que la propuesta de Darío Durán, arquitecto y museógrafo que logra plasmar todo lo anteriormente mencionado en una verdadera obra de arte. Si bien destaco algunos nombres, el maravilloso resultado de toda esta experiencia que ofrece el MUSEF, es la muestra clara de un trabajo en equipo que pone en alto cada año el nombre de Bolivia, innovando y desafiando el pensamiento, promoviendo espacios no solo de diálogo y debate tan necesarios en este momento, sino también de encuentro y reflexión, de conocimiento y acercamiento a lo nuestro, de saber reconocernos y acercarnos a una realidad que existe y convive diariamente y que nos hace preguntarnos, especialmente este año, desde una mirada distinta y arraigada en nuestros pueblos ¿Cómo suenan nuestros sueños?

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