De la colonia al Nollywood contemporáneo

Se habla de Hollywood, incluso de Bollywood, que años atrás era considerada una industria cinematográfica en etapa de crecimiento, pero hasta ahora es que escuché hablar de Nollywood, el “home video” nigeriano, que al igual que sucede en Corea del Sur con los famosos doramas y el exponencial crecimiento económico, se ha convertido en el motor principal de la economía en África.

Así es, la industria cinematográfica africana ha tenido un giro de tuerca en estos últimos años, pero este no fue un acontecimiento suscitado de la noche a la mañana, y mucho menos, ha sido algo fácil de conseguir. La historia del cine africano se da a partir de los procesos de independencia iniciados en los años cincuenta, con un punto álgido en los sesenta, período en el que diversos países del continente africano fueron parte de un proceso de descolonización. El cine, para entonces, era una herramienta propicia para la transmisión de ideología y propaganda, como sucedía en el resto del mundo; para el caso, servía como un instrumento descolonizador, donde el cineasta cumplía una función parecida al del “griot”, quien se caracterizaba por narrar historias de África Occidental, transmitiendo la literatura oral y la memoria histórica.

Previo a la independencia se dio paso a la creación de infraestructuras cinematográficas rudimentarias que proporcionaban un apoyo a los primeros cineastas africanos, pero en el caso de aquellos países colonizados por Francia, la colaboración fue mayor, ya que muchos tuvieron la oportunidad de recibir una formación audiovisual en París, este hecho evidenció la disparidad de la trayectoria de los países, dependiendo del estado colonizador.

Es en este contexto que empezó a gestarse una industria en la que las empresas distribuidoras intentaban conseguir posiciones relevantes mediante una comercialización con contratos abusivos, donde Senegal, Nígeria y Sudáfrica, ocupaban los primeros lugares en el desarrollo de la producción audiovisual. Pero para la década de los noventa, con la aparición de sistemas digitales de grabación y reproducción, además de los efectos especiales, se abrió una etapa de democratización de la tecnología, y por supuesto, del cine, lo que marcó un hito importante en la forma de hacer y contar historias, comenzando por Ghana y afianzándose en Nigeria con el nombre de Nollywood.

Ya en los dos mil, la industria cultural en África se fortaleció gracias a un circuito mercantil de producción, distribución y exhibición, así es como diversos directores fueron galardonados por parte de la crítica internacional, pero en el año 2006, Tosti, dirigida por el sudafricano Gavin Hood, ganó el Oscar a mejor película extranjera, convirtiéndose en el primer largometraje africano en obtener este premio.   

Es cierto que el mayor trabajo cinematográfico se dio en Senegal, Níger, Costa de Marfil, Camerún, Malí, Ghana, Nigeria y Burkina Faso, en ese orden, sin embargo, fue en Nigeria, uno de los países más poblados del mundo y que posee la mayor economía de África, que la producción audiovisual creció intempestivamente. Es curioso que a pesar de que la economía de este país, sobre todo se sustente en el petróleo, el éxito de su PIB prevalezca en las telecomunicaciones, los servicios y las industrias musical y cinematográfica.

Así es como nació Nollywood, término acuñado en 2002 y que hace referencia a la tipología específica de cine surgida en Nigeria, que designa a aquellas películas realizadas con medios técnicos sencillos y alejados de los patrones de producción audiovisual estandarizada, donde las filmaciones pueden ser realizadas entre 7 y 15 días con un mínimo presupuesto.

Pero no es posible hablar del éxito de las producciones cinematográficas sin concebir el desarrollo del mercado de las cintas VHS, así como del DVD, que permitió al público africano, con menor poder adquisitivo, acercarse al cine sin la necesidad de asistir a una sala de exhibición. A raíz de ello, es que Nollywood se ha basado en un modelo único en el mundo, en el que todo estreno se comercializa directamente en vídeo sin ser exhibido en salas de cine; además, se ha empezado a nutrir de contenido a los canales de televisión por satélite; pero no sólo ello, con el crecimiento de Internet y de las plataformas de streaming, la distribución ha sido más eficaz, reduciendo costos y adquiriendo grandes ganancias.

Así es como IrokoTv, conocido como el “Netflix africano”, lanzó al mercado la plataforma VOD IrokoTv, que gracias a un fondo de inversión de Estados Unidos, abrió las posibilidades de distribución y mayores ingresos para los cineastas, lo que ha permitido a la industria cinematográfica nigeriana producir alrededor de 1.500 películas por año.

Y como siempre, este es tan sólo un breve pantallazo de todo lo que puede acontecer en un continente alejado del nuestro, del que muy pocas veces tenemos noticias, pero que ahora está evidenciando su poder en la industria cultural y artística, gracias a la astucia de quienes son parte de una revolución digital. Claramente, será necesario visitar a nuestro distribuidor de películas y buscar aquellos títulos que día a día y a la velocidad del rayo se están consagrando.

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