Comunidades indígenas inundadas. Foto: Red de Comunicadores Indígenas
Las comunidades tsimanes, mosetenes y tacanas de Pilón Lajas enfrentan una crisis sin precedentes debido a las lluvias incesantes que han provocado inundaciones y deslizamientos de tierra. Cinco comunidades han sido devastadas por derrumbes, mientras que otras han quedado completamente anegadas. Viviendas, cultivos y escuelas han colapsado, dejando a cientos de familias en situación de emergencia, sin alimento, sin atención médica y sin respuesta por parte de las autoridades.
“Estábamos queriendo recuperarnos del tema de los incendios y la sequía que hemos vivido en nuestros territorios, y ahora estamos con las inundaciones y desbarrancamientos de nuestras comunidades. Estamos pasando momentos muy difíciles, por eso pedimos a las autoridades competentes hacer gestiones para llegar a estos territorios que son comunidades alejadas. Ahorita no tenemos el acceso para entrar a las comunidades”, lamentó Magaly Tipuni, presidenta del Consejo Regional Tsimane Moseten.
Las lluvias no han cesado en más de tres semanas, lo que ha dificultado aún más las labores de rescate y asistencia. Los deslizamientos han arrastrado cultivos de subsistencia como yuca, plátano, arroz y maíz, poniendo en peligro la seguridad alimentaria de las comunidades.

Las principales afectaciones en la región incluyen:
- Caminos completamente destruidos, impidiendo el acceso a las comunidades.
- Escasez de combustible en Rurrenabaque, lo que dificulta el traslado de ayuda humanitaria.
- Propagación de enfermedades como diarrea e infecciones cutáneas debido a la exposición prolongada al agua y al lodo.
- Falta de coordinación entre los gobiernos municipales, departamentales y nacionales para una respuesta efectiva.




Las comunidades más afectadas incluyen Asunción del Quiquibey, Corte, San Luis Chico y San Bernardo, donde los derrumbes han destruido viviendas e infraestructura básica. Otras localidades como Carmen Florida, Real Beni y Embocada enfrentan graves inundaciones tras el desborde de los ríos Beni y Quiquibey.
A pesar de la gravedad de la situación, la ayuda gubernamental ha sido escasa o inexistente. “Hemos llamado e insistido con las autoridades, pero no recibimos respuesta. En el municipio de Rurrenabaque recién se ha declarado zona de desastre, pero necesitamos asistencia inmediata”, denunció Tipuni.
El pedido de auxilio es urgente. Se requiere el envío inmediato de víveres, medicamentos y brigadas de atención médica. Las familias afectadas piden el apoyo de toda Bolivia para evitar que la crisis humanitaria se agrave aún más. “Somos los guardianes de la biodiversidad, pero ahora nosotros necesitamos ayuda”, enfatizó la dirigente.
