VEEP: Te duele porque te arde

Hay que ser muy creativo para lanzar un buen insulto. Y honesto, sí, eso ayuda. Pero quedémonos con la parte creativa porque es la que menos duele. Hablo de esos insultos que además de devastadores se pegan en la piel del insultado, le cambian el nombre por un apodo, le quitan el respeto de sus iguales y sus no tan iguales, se convierten en ese ardor inolvidable tras rascarse una comezón hasta sangrar. La clase de insultos que reservas para alguien que realmente se lo merece, como el cretino que maneja su moto por la acera, la doñita maldita que envenena perritos de la calle, el desubicado sin barbijo que dice que el coronavirus no existe y, por supuesto, los políticos. 

Todos y todas queremos insultar a los políticos y a veces nos conformamos con una grosería que resuma nuestra rabia. Pero en las “malas” palabras no hay nada de creatividad, solo preconceptos útiles que evitan que dediquemos nuestro tiempo a pensar en la mejor manera de devastar a alguien. Y los guionistas de Veep saben cuál es el valor de un buen insulto, además que es una especie de “verdad universal” que los políticos de cualquier país con frecuencia arruinan las cosas. Y que la población a veces solo tiene las groserías para desquitarse un poco.

Protagonizada por Julia Louis-Dreyfus (Elaine en Seinfeld), Veep sigue la carrera de Selina Meyer, la vicepresidenta de Estados Unidos, una posición que, exceptuando al infame Dick Cheney, nunca ha tenido mucha importancia o poder en el gobierno de ese país. Lo digo a nivel práctico, claro. En lo oficial se supone que es la segunda persona más poderosa del Estado, pero solo a nivel oficial. Y Selina Meyer lo sabe muy bien. Sabe que su puesto es motivo de risa para quienes están en lo más alto del aparato gubernamental de Washington D.C., así que a lo largo de la serie la veremos hacer todo –todo– para ganar más poder.

Con insultos al estilo de: “Eres como una pintura de un Picasso epiléptico”, “Te ves como la geisha menos cogible del mundo”, “Eres lo peor que le pasó a Estados Unidos desde los baldes de comida y tal vez la esclavitud” –para darles los más suaves–, los guionistas pusieron un especial esfuerzo en crear chistes complejos, de muchas capas, que los hagan especialmente dolorosos. Entonces, ¿de qué nos reímos al ver esta serie? Pues, todos los personajes son gente horrible. Y no porque sean políticos, sino porque nada les importa más que ascender en el juego de poder gubernamental. Están tan desconectados de la gente común que son capaces de sacrificarlos para ganar más votos. Algo así como dar bonos en vísperas electorales en lugar de equipar mejor los hospitales.

Los guionistas de Veep solían reunirse a pensar en lo peor que podía pasar en el gobierno de los Estados Unidos, en las declaraciones más idiotas que podría dar un político, en las medidas más en vano que podría tener un funcionario público, y adornaban estas situaciones con coloridos insultos a esos personajes que amamos odiar, confiando en que su maravilloso elenco lograría representar sus palabras de la manera más graciosa posible. Y así lograron sacar una serie que ha ganado 60 premios de 184 nominaciones. Entre ellos, 17 Emmys ganados consecutivamente. Con 7 temporadas, eso es bastante impresionante.

¿Y por qué nos importaría todo eso a los bolivianos y bolivianas? Este es un show sobre Estados Unidos. Aparte, ¿hablar de política? No, no gracias. ¡Qué aburrido! Ya de por sí es fatal mirar cada día los noticieros y escuchar cómo fue que [INSERTAR NOMBRE DE CUALQUIER FIGURA POLÍTICA AQUÍ] nos arruinó la vida hoy. Y cuando las cosas están así de mal, arde. Tanto, que necesitamos algo que nos permita reírnos un rato de nuestro infortunio y, tal vez, encontrarle una nueva mirada a nuestra situación.

Porque si bien los guionistas de Veep pensaban en las peores y más estúpidas situaciones posibles, todo lo que escribieron para esta serie –y también para su serie previa The Thick of It– se ha hecho realidad. No solo en Estados Unidos de la mano de Trump, sino que muchas de las situaciones que verán en la serie ya pasaron en ese país y también en el nuestro. Les hablo de la vida real, no de la serie. Les hablo de este y del anterior gobierno, de los candidatos para el próximo gobierno. 

Así que hay algo de consuelo en reírnos de lo horribles personas que son los fantásticos personajes de Veep, en mirar cómo esta serie retrata a un gobierno y tener la dolorosa sospecha de que justamente así debe ser que se maneja la gente que compone el nuestro. Oficialistas y opositores por igual.

Y mientras arde, reímos. Y mientras reímos, nos aliviamos. Y ya aliviados nos preguntamos: ¿De verdad será así? ¿Será que estas personas son tan ineptas como parece? La respuesta con un mínimo de seriedad sería: no. Claro que no. Generalizar es terrible. Pero la respuesta divertida es maratonear las siete temporadas de Veep, la mutipremiada serie de HBO.

En resumen: Veep es una serie excelentemente pensada y escrita, que se beneficia de un elenco que sabe hacer reír al público, pese a que están mirando una serie llena de cínicos, corruptos y sinvergüenzas que hacen de todo para lograr lo que quieren, en lugar de pensar en cómo gobernar su país mejor. Y si bien no es apta para ciertos tipos de sensibilidades, igual es graciosísima. Vale la pena darle una chance a sus complicados chistes y devastadores insultos para empezar a usar nuestro humor negro y así poder reírnos del ardor que nos traen estos tiempos tan llenos de crisis e inestabilidad política.

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