Narcofascinados, ¿por qué nos gusta tanto la realeza «blanca»?

Desde que “El Patrón”, “La Reina” y “El Señor” (por mencionar solo algunos) saltaron a la pantalla chica, las famosas narco series han demostrado que el camino del héroe no es siempre la receta del éxito y que la historia de la chica buena ya pasó de moda. ¿Es acaso este el éxito que ronda a estos programas?, o ¿será quizás el morbo y lo prohibido lo que atrae a tanta gente?

Ladrón que roba ladrón…

Hace más de un mes Kate del Castillo llegó a Bolivia entre bombos y platillos acompañada de un equipo de producción para rodar en La Paz, El Alto, Oruro y Potosí, algunas escenas de la tercera temporada de “La Reina del Sur”, una aclamada narco serie que presenta la vida de Teresa Mendoza, quien fue la mujer mexicana narcotraficante más famosa de su tiempo. Al respecto, Marcos Santana, productor de la serie, mencionó en una entrevista con el canal Unitel: “Será una temporada de reivindicación, (Teresa, el personaje de Kate) será una heroína, una especie de Robin Hood…”.

Me pregunto, ¿qué opinaría el ladrón más famoso de Inglaterra cuando se lo compara con estos personajes tan peculiares?, ya que Santana no es el primero que realiza tal comparación. En 1983, el diario colombiano Semana, publicó el controversial artículo titulado “Un Robin Hood paisa”, el cual hace referencia por primera vez de forma pública a nada más y nada menos que Pablo Escobar, a quien se describe como el promotor del crecimiento y desarrollo de Medellín; un joven de 33 años, dedicado a las obras cívicas y a la política.

Sin ir demasiado lejos, a solo 400 kilómetros de La Paz, se encuentra otra leyenda de este mundo caótico. Don Roberto Suárez Gómez, también conocido como el “Robin Hood del Beni”, quien no solo es recordado por sus alianzas con Escobar o sus vínculos con Klaus Barbie y la dictadura de García Mesa, sino también por su benevolencia, la cual, en 1983, llegó al grado de ofrecer pagar la deuda externa de Bolivia, que en aquel entonces era de unos 3.000 millones de dólares.

Bajo esta lógica, los principales narcos de la historia son actualmente retratados en producciones millonarias que atraen a millones de personas, pero, ¿es acaso este el único factor que tiene a tantos televidentes cautivados?

Estatua de Robin Hood en Nottingham, Inglaterra.
Su realeza: “El Rey blanco”

No es de extrañar que además de explotar los gestos generosos de estos personajes se exalte la grandeza de sus vidas en cuanto a lujos, pertenencias, aventuras y amores. Después de todo, cualquiera puede ser un ladrón, pero no todos pueden ser un ladrón exitoso. Y es aquí donde se encuentra el otro gancho de estas series.

La vida fácil, el dinero rápido, los autos, los viajes y los negocios, forman parte de estos dramas. Una realeza, en sí misma, es lo que pintan estas series alrededor de personajes que infunden no solo respeto, sino admiración por parte de quienes los siguen. Un Robin Hood benevolente que tiene a su cargo un grupo de fieles y leales aliados dispuestos a hacer todo por ayudarlo. Rangos, categorías, trato diferenciado, marcan diferencias en estos grupos donde “El Capo” es quien decide quién puede acercarse a él y a sus allegados.

Quién afirmó que las monarquías llegarían a su fin seguramente no pensó en este tipo de realezas crecientes. Y no solo es su forma de vida, sino los apodos que forman parte indisoluble de su nombre, como Teresa Mendoza “La Reina del Sur”, Aureliano Casillas “El Señor de los Cielos”, Pablo Escobar “El Patrón”, o Roberto Suárez “El Rey Blanco”, los que los hacen merecedores de este alto orgullo.

Otro valor agregado, del cual han echado mano estas producciones, es el uso de material de archivo real de los momentos que refleja la serie, que hacen que el espectador reaccione por un momento de aquel mundo de ensueño y caiga en cuenta que lo que ve no es cuento.

El fin de una receta

Durante muchos años, las telenovelas mexicanas y el cine de Hollywood han establecido pasos que aseguran el éxito de sus producciones. El camino del héroe, por ejemplo, es una receta clásica, compuesta de un ser normal, un llamado especial, la aventura, el retorno y el final feliz. Por su parte, las novelas, han apelado por mucho tiempo (quizás demasiado) al contraste marcado entre el/la desventurado(a) que lucha contra la maldad extrema encarnada en un personaje, para encontrar su final feliz en brazos del ideal que siempre había soñado.

Sin embargo, como menciona Santana, estas producciones buscan romper el esquema de la chica buena, pobre y maltratada que termina con el chico rico; dejan de lado la irrealidad con la cual se ha trabajado y que era motivo de burla y apuntan a escenarios reales que forman parte de la historia de nuestros países afectados por el narcotráfico y la droga, mediante mega producciones con calidad cinematográfica. Y es que, a nivel de producción, las narco series han roto esquemas. “El patrón del Mal”, por ejemplo, contó con la participación de 1.300 actores y 450 locaciones, sus escenas fueron grabadas 100% en exteriores, bajo rigor cinematográfico y se dice que cada capítulo llego a costar la modesta suma de 170.000 dólares.

Otro valor agregado, del cual han echado mano estas producciones, es el uso de material de archivo real de los momentos que refleja la serie, que hacen que el espectador reaccione por un momento de aquel mundo de ensueño y caiga en cuenta que lo que ve no es cuento.

Curiosamente, esta nueva estrategia que adoptan las producciones latinoamericanas mediante las narco series, de “acercarse” al lado humano de estos villanos o “anti-héroes” (como prefieran llamarlos) ha sido también aplicada en la industria americana. Producciones millonarias, como “Maléfica” o la recientemente estrenada “Cruella”, no hacen más que aplicar la misma fórmula, una nueva óptica de un conocido personaje.

Cartelera de una de las últimas películas de Disney.
Sin problemas no hay paraíso

Sin embargo, más allá de las historias, de la grandeza, de las súper producciones, de los actores de primera y de los fanáticos encandilados, existe un grupo que ve en este género de series y novelas un serio problema.

“No queremos que nos vean como un país de narcos”, han expresado en su momento colombianos, mexicanos y ahora bolivianos, al ver que estas grandes producciones se convierten en referentes de sus países. Exportar un imaginario compuesto de violencia, drogas, machismo y vulneración de los derechos de las mujeres, es una preocupación que aqueja a la sociedad en referencia a estas producciones.

En Bolivia, mientras varios celebraban la llegada de Kate del Castillo, otros muchos vieron con preocupación la apertura del país a estas producciones. “La Reina del Sur es una serie basada en la vida de Teresa Mendoza, una famosa narcotraficante mexicana (leer la novela de Arturo Pérez Reverte). Si ha venido a Bolivia no ha sido por turismo sino por negocios. Así que no debería ser motivo de orgullo, es una vergüenza”, mencionaba un notable académico boliviano, quién fue ampliamente aplaudido por varias personas abriéndose varios escenarios de debate.

El sector del turismo, por su parte, ha visto otra dimensión en cuanto al paso de la “Reina” por el país. Delia Bustillos, experta en turismo, sostiene: “Independientemente de ello (debates), lo que se espera como sector turístico es que las locaciones elegidas para las filmaciones logren tener una promoción turística internacional importante que coadyuve a la reactivación turística en nuestro territorio”.

Del Castillo en La Paz, Bolivia, durante una escena para la novela La Reina del Sur. Foto: Redes Sociales/Cholitas Paceñas.
Narcofascinados

Puede que sea el tinte de nobleza de Robin Hood, los bienes que se equiparan a la realeza, la forma de mostrar otros puntos de vista de una realidad, las súper producciones, o una combinación de varios factores, los que hacen que estas narco series despierten desde hace más de 10 años una infinidad de reacciones en el público.

Existen quienes detestan estas propuestas, quienes las siguen fielmente e incluso (peligrosamente) quienes se las apropian como salida a los tiempos difíciles, pero sin lugar a dudas, esta nueva propuesta llegó con fuerza para quedarse, demostrando que es una nueva receta que funciona muy bien en el mundo del espectáculo y como diría “El Patrón”: “Todo lo peligroso se convierte en plata”.

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