Foto: YLB
En menos de dos años, los objetivos del gobierno de Luis Arce en cuanto a producción de litio disminuyeron dramáticamente. En junio del 2023, se anunciaba que para este año, bicentenario de Bolivia, se alcanzaría una producción de 100 mil toneladas de carbonato de litio; pero en la última semana se admitió que quizás no se llegue siquiera a las 3.500.
“YLB tiene planificado 3.500 toneladas de producción para la gestión 2025. Pero desde el principio de las convocatorias se ha mencionado que no podríamos incrementar la producción sin la aplicación de la extracción directa de litio (EDL), porque inclusive en la planta industrial de 15.000 toneladas el cuello de botella sigue siendo el abastecimiento de materia prima de las piscinas de evaporación”, dijo el viceministro de Energías Alternativas, Álvaro Arnez, en una conferencia de prensa el pasado miércoles.
Las proyecciones para este año (3.500 toneladas) contrastan notoriamente con lo anunciado en junio del 2023 por el entonces ministro de Hidrocarburos y Energías, Franklin Molina, quien afirmó que para el 2025 se producirían 100 mil toneladas de carbonato de litio con la aplicación de EDL a cargo de empresas de China y Rusia.
Sin embargo, los convenios y contratos están estancados, así como la producción de litio boliviano, pese a que el país tiene la mayor cantidad de recursos a nivel mundial. Al menos dos contratos enviados al Legislativo no se han aprobado y ahora hay una orden judicial que se suma a los obstáculos para que éstos avancen.
Por otro lado, ni siquiera la primera planta industrial de carbonato de litio inaugurada en el Salar de Uyuni a fines del 2023 ha logrado despegar. Se prometió que en ella se producirían 15.000 toneladas al año y que así Bolivia daba los primeros pasos en la industrialización del “oro blanco”. En 2024 sólo se produjeron 2.400 toneladas de litio.
