Por: Rolando Mendoza
¿Se imaginan que Perú construyera un aeropuerto internacional al lado de Machu Picchu? Toda la magia y la maravillosa experiencia de visitar el Valle Sagrado, Ollantaytambo, Pisac, Sacsayhuamán, y la ciudad de Cuzco desaparecería en un abrir y cerrar de ojos. Sería una locura, ¿verdad? Pues eso es justamente lo que quieren hacer en Bolivia. Con recursos de préstamos – deuda, el gobierno está empeñado en convertir al actual aeropuerto de Uyuni en internacional, sin consultar a quienes realmente conocen del tema.
A primera vista, puede parecer una gran idea: turistas llegando directamente a Uyuni, sin escalas. Pero, si analizamos a fondo, esto podría atraer a un tipo de turismo que no beneficia a la región – país. Sería un turismo masivo, depredador, que amenaza un ecosistema único. Turistas que sólo llegan, sacan fotos, y se van.
Lo que realmente necesitamos es un turismo sostenible: viajeros que valoren las experiencias auténticas, que quieran compartir con nuestras comunidades, sumergirse en lo genuino, y llevarse un pedazo de nuestra cultura. Necesitamos una política de turismo que facilite la llegada de turistas, que aumente la estadía promedio en nuestro país, y por lo tanto, logre un impacto positivo en la economía local y nacional.
El problema no es la falta de aeropuertos “internacionales”, el problema son las restricciones absurdas a líneas aéreas internacionales que quieren venir a Bolivia y no les permiten; y la solución para ese verdadero problema es declarar “Cielos Abiertos”.
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