La vida que no puede huir: El impacto invisible de los incendios en Bolivia

Para comprender verdaderamente el impacto de los incendios forestales en Bolivia no solo es necesario contar con las hectáreas de terreno afectado o hacer un listado de especies afectadas y rescatadas, lo que, por cierto, habla del gran esfuerzo de rescate realizado por todos los voluntarios a quienes sin duda les debemos mucho.

Fotografía: El Alteño

La destrucción en los incendios de 2019 y 2024 alcanzó más 28 millones de hectáreas, un área que incluye regiones tan biodiversas como el Pantanal, la Amazonia y la Chiquitanía. Sin embargo, gran parte de la biodiversidad de estas áreas está compuesta por microorganismos, invertebrados y hongos. Donde la gran mayoría de estos seres vivos son pequeños, casi invisibles, pero esenciales para el funcionamiento de estos ecosistemas. La pérdida de estas especies es una tragedia ecológica de enormes proporciones y es un tema que requiere nuestra atención y acción inmediata.

Fotografía: Jacinta Lluch Valero

Una gran parte de las especies de insectos no pueden sobrevivir en ambientes áridos impactados por incendios por la falta de recursos. Esto no es sólo preocupante, es más bien una sentencia de muerte para el ecosistema, ya que sin polinizadores o descomponedores, el ciclo natural que permite la regeneración del bosque se rompe. Por ejemplo, una dramática disminución de hormigas y escarabajos en áreas de quemadas puede provocar un desastre ecológico, ya que estos insectos son esenciales para el ciclo del nitrógeno y la salud del suelo. Sin ellos, la recuperación de estas áreas podría llevar décadas y requerir una intervención activa.

Los hongos son otro pilar del ecosistema, y estos también han sufrido pérdidas igualmente dramáticas. Se ha demostrado que los incendios limitan la diversidad de micorrizas (hongos que coexisten en simbiosis con las raíces de las plantas y ayudan en la absorción de nutrientes) en más del 50%. Sin estas micorrizas, la tierra pierde fertilidad, las plantas pierden este soporte y a su vez tienen menos posibilidades de establecerse y sobrevivir en suelos degradados por las quemas. Además, los hongos saprófitos, que se dedican a descomponer la materia orgánica y son esenciales para la regeneración del suelo, también se ven muy afectados ya que el fuego destruye rápidamente la materia orgánica de la que dependen.

Fotografía: Diego Tirira

A la luz de esta triste realidad, es más que necesario realizar medidas que sean efectivas para abordar esta pérdida silenciosa de biodiversidad. En corto plazo, los programas de reforestación que prioricen las especies nativas pueden establecer las condiciones necesarias para que estas formas de vida encuentren un nuevo hogar, así reintegrando hongos, microorganismos e invertebrados al ecosistema

Una prioridad adicional es el constante monitoreo de los invertebrados. Ya que, al identificar las especies más afectadas, será posible establecer indicadores claros de recuperación y concentrar esfuerzos en restaurar la funcionalidad de estos ecosistemas. A mediano plazo, la implementación de corredores ecológicos que conecten áreas no afectadas con aquellas que se están recuperando, sin duda podría ayudar a que algunas especies recolonicen naturalmente las áreas afectadas, acelerando la regeneración del ecosistema afectado.

No hay que olvidar lo importante de la educación y la sensibilización. Los pobladores locales, quienes han sido testigos y víctimas de esta tragedia, deben ser parte en el proceso de restauración. Las campañas de sensibilización deben destacar la importancia de los hongos, insectos y microorganismos en el ecosistema, así poder cambiar la percepción de lo que no se ve o lo que se ignora y poder por fin observarlos con el respeto que merecen estos seres vivos.

Imagen de FreePick

La vida que no puede huir, esa vida que no vemos o que ignoramos, pero que es vital para mantener el equilibrio de los ecosistemas está desapareciendo. Hacer algo ahora es la única alternativa para evitar que Bolivia no se quede sin parte fundamental de su riqueza natural, y así no solo asegurar que nuestro país recupere sus bosques, sino también la compleja y valiosa biodiversidad que alberga, recordando que muchas veces lo “invisible”, es esencial para nuestra propia subsistencia.

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