Valdez Amutari, el guía indígena experto en aves que aprendió inglés a puro oído

Valdez Amutari, el guía indígena experto en aves que aprendió inglés a puro oído

Sandro Valdez Amutari, indígena uchupiamona

Cuando Sandro Valdez Amutari camina por los senderos del Parque Nacional Madidi, cada paso es un regreso a su infancia, a las historias que su abuelo le contaba bajo los árboles milenarios que ahora él muestra a los turistas. A sus 42 años, Sandro no es solo un guía turístico; es el puente vivo entre la naturaleza y los visitantes que buscan conectar con la esencia más profunda del bosque tropical. Y lo hace con un talento especial que sorprende a todos: aprendió inglés escuchando a los turistas, sin haber tomado una sola clase.

“Muchos piensan que tuve profesores, pero yo nunca tomé clases”, dice con una sonrisa que revela su humildad. “Yo sigo aprendiendo con los turistas”. Y aunque no sabe leer ni escribir en inglés, lo habla con fluidez, sorprendiendo a quienes llegan desde otros continentes para conocer el corazón de Bolivia.

Sandro es comunario de San José de Uchupiamonas, un pueblo indígena enclavado en el Madidi, uno de los parques más biodiversos del planeta. Ha dedicado más de la mitad de su vida al ecoturismo, casi 22 años guiando a viajeros que vienen en busca de lo más puro de la naturaleza. Su especialidad: la observación de aves, un mundo que descubrió a través de los ojos de los biólogos con quienes trabajó al principio de su carrera empírica. De las 1.500 especies de aves registradas en Bolivia, él ha observado 1.187, la mayoría dentro del Madidi. Es capaz de nombrarlas en inglés con una precisión asombrosa, y lo hace sin vanagloriarse, con la misma sencillez con la que se sumerge en la selva.

Su conexión con el bosque no es casual. Sandro creció escuchando las leyendas que su abuelo y su padre le contaban sobre el bosque y los animales. Sus ancestros fueron cazadores, conocían cada rincón del Madidi, cada árbol, cada animal, cada sonido. Ese conocimiento se ha convertido en su mayor tesoro, uno que comparte con quienes llegan buscando una experiencia extraordinaria.

Para Sandro, ser guía es más que un trabajo, es un acto de resistencia. “Nosotros protegemos el bosque, como lo han hecho nuestros ancestros por miles de años”, explica con la firmeza de alguien que sabe lo que está en juego. Las políticas extractivistas, como la minería, la industria maderera y otras, amenazan no solo el parque, sino también el agua que corre por los ríos que alimentan a su comunidad. “El mercurio va a contaminar todo”, dice, preocupado. Pero su lucha no es solo por el agua o la tierra, es por el futuro. “Quiero que todo se mantenga así como está —dice, mostrando el bosque—, para las futuras generaciones”.

Una de las cabañas que Sandra nos mostró en el recorrido del albergue comunitario Sadiri Lodge.

Sandro ha trabajado en varios albergues comunitarios, como el Sadiri Lodge, Madidi Jungle, El Chalalán, entre otros, donde se valora profundamente a los guías locales. “Nosotros conocemos mejor el bosque, los mitos, las leyendas”, comenta con la convicción de quien ha sido testigo de la importancia de la tradición oral. Sus senderos son más que caminos; son relatos vivos que Sandro entrelaza con las historias de sus antepasados, las plantas medicinales que crecen entre las raíces, los árboles centenarios que se alzan hacia el cielo.

Pero lo que realmente distingue a Sandro es su capacidad para conectarse con los demás. Para él, cada turista es diferente. Algunos buscan monos, otros orquídeas, mariposas o jaguares. Y Sandro los guía a través del inmenso laberinto verde, ajustándose a las expectativas y deseos de cada visitante. “Uno se acomoda a la exigencia de los pasajeros”, dice. Con su mirada tranquila y su voz pausada, convierte cada recorrido en una experiencia personal, en una oportunidad de compartir no solo la belleza del Madidi, sino su historia, la de su pueblo, la suya.

Con casi 22 años dedicados a la conservación de la biodiversidad, el guía uchupiamona sigue con la misma pasión con la que empezó. Y aunque muchos piensan que ya lo ha visto todo, él asegura que cada día en el bosque le trae algo nuevo.

Sandro Valdez Amutari no es solo un guía. Es un guardián del Madidi, de su cultura, de su lengua, de las aves que surcan los cielos. Un hombre que, a puro oído, aprendió a comunicarse con el mundo, pero que, en el fondo, siempre supo cómo escuchar lo más importante: la voz del bosque.

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