Fotografías: Yenny Escalante
Entre 1956 y 2022, Bolivia perdió por completo 8 millones de hectáreas de bosques por la deforestación, de acuerdo a un nuevo reporte de la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN). Aunque en los últimos años -desde 2009- más de 30 millones de hectáreas fueron quemadas, afortunadamente gran parte de esta superficie se ha regenerado. Sin embargo ha sufrido una degradación que sumada a la pérdida total de vegetación facilita la expansión de los incendios de cada año.
Aunque el marco temporal del estudio de la FAN es de 66 años, el 59% de la deforestación total ocurrió en los últimos 22 años: entre 2001 y 2023. Esto se debe a un aumento de la actividad agropecuaria, pero también a una expansión en la titulación de tierras que deben cumplir la Función Económica Social (FES), traducida básicamente en deforestar o quemar el terreno para que el Estado vea que hay «actividad productiva».
¿Cuánto representa las 8 millones de hectáreas perdidas completamente desde 1956?, un total de 13% de todo el «bosque original» que el país tenía antes de 1956. Aunque la noticia no es para nada buena, por el momento más de la mitad del territorio boliviano ( el 51% para ser exactos) está cubierto por bosques amazónicos, chiquitanos, chaqueños, andinos y tucumanos. Al menos esto era así hasta el 2022, año límite del estudio.
Para realizar este proyecto, los investigadores de la FAN analizaron imágenes satelitales y consideraron como bosque una extensión de árboles de al menos 30×30 metros de superficie (el tamaño de un pixel en la pantalla de un ordenador) y más de 5 metros de altura.
La Nube conversó con la directora de Investigación y Gestión del Conocimiento de la FAN, Marlene Quintanilla, quien explicó que aunque los incendios no se cuantifican como una pérdida total de bosques, ya que puede existir regeneración, la degradación que esto conlleva alimenta un círculo vicioso: cada año es más fácil que los bosques ardan.
«Nunca se habían visto sequías tan severas en la Amazonía como en los últimos años», afirma. A la deforestación y los incendios se suma la falta de lluvias que provoca la pérdida de hojas que se acumulan en la base de los árboles, convirtiéndose en combustible listo para arder en la siguiente etapa de chaqueos, lo cual ocurre en el segundo semestre de cada año.
Fue precisamente a fines del 2023 que el reconocido investigador de suelos, Daniel Robison, expresaba su sorpresa al señalar cómo los montes verdes se volvían marrones y ardían con mayor facilidad en las inmediaciones de Rurrenabaque. Eso antes no ocurría, ya que la humedad de la vegetación formaba un cortafuegos. «El bosque está seco y el fuego lo ha penetrado, y el próximo año será más fácil que arda», decía entonces Robison, pocos meses antes de morir.
Observaba la niebla gris del humo y el color marrón de las montañas cercanas al estrecho del Bala.
Aunque la expansión agrícola juega un rol predominante en la deforestación, Quintanilla estimó que sólo hasta un 12% de los bosques que arden terminan como actividad agrícola. Es decir, el fuego se expande más allá del área pretendida para la siembra. En su criterio, la principal causa de la deforestación en los últimos años ha sido la titulación de tierras, que de cualquier manera después pasa a engrosar las filas de los monocultivos.
Pérdida de bosques a escala departamental
A nivel nacional Santa Cruz es el departamento más deforestado, concentra el 79% de la deforestación total desde 1956, y dentro sus límites geográficos ha perdido el 20% de todo su bosque.
Le sigue, de muy lejos, Beni, con el 6% de la deforestación. Sin embargo, los bosques de este departamento, así como del resto de la región amazónica, principalmente en Cochabamba y La Paz, están en riesgo por la visión de desarrollo económico de Gobierno central y del sector agroindustrial, que pretenden ampliar la frontera agrícola hacia el norte del país.
Deforestación en áreas protegidas
Bolivia tiene 23 áreas protegidas de gestión nacional, las cuales contienen 13,3 millones de hectáreas de bosque. La deforestación ha arrasado con el 2,35% de esta extensión.
En cuanto a las áreas protegidas de gestión subnacional (a cargo de gobernaciones, municipios y territorios indígenas) se tienen 11,4 millones de hectáreas resguardadas. Éstas han sufrido una pérdida del 3%.
Lo preocupante, es que la deforestación dentro las áreas protegidas, tanto las nacionales como las subnacionales, se han incrementado en los últimos años, como se puede ver en el gráfico a continuación:
La pérdida en algunas ecorregiones sobrepasa el punto de «no retorno»
Bolivia tiene 13 ecorregiones con sus respectivos bosques, de las cuales al menos dos han sufrido una deforestación total que sobrepasa lo que muchos consideran el punto de «no retorno», es decir aquel punto después del cual ya es casi imposible revertir la destrucción y que se da cuando la pérdida es mayor al 25%. Estas regiones han sufrido daños irreparables. Precisamente, las ecorregiones que atravesaron este umbral están en el departamento de Santa Cruz. El Bosque Seco Chiquitano ha sufrido una deforestación del 29% de su superficie, y el bosque del Gran Cacho ha perdido el 30%.
No es sorpresa que cada vez haya menos lluvias, más sequías, duros golpes a la producción agroforestal e incluso a la agropecuaria, y un aumento de la temperatura reforzados por las llamadas «islas de calor», aquellos espacios descubiertos de bosque que quedan bajo los incandescentes rayos solares.
¿La solución? Quizás esté más en las manos de quienes planifican el destino del país, e incluso más allá de nuestras propias fronteras. Sin embargo, desde la FAN, Quintanilla hace una invitación a cualquiera: «No es sólo el rol de las comunidades proteger los bosques, también es el rol de nosotros los ciudadanos de cuidar los árboles en las ciudades, proteger nuestros arroyos, proteger nuestra biodiversidad. Cada uno de nosotros podemos aportar cuidando nuestro entorno».