Desde 2019, Bolivia ha enfrentado incendios forestales devastadores que han arrasado millones de hectáreas de bosque. A pesar de algunas medidas tomadas para mitigar los incendios, estos continúan año tras año, afectando tanto al medio ambiente como a las comunidades. En 2019, Bolivia sufrió uno de los peores años de incendios desde 2010, con cerca de 6 millones de hectáreas perdidas. En ese momento, se declaró únicamente Emergencia Nacional. Para octubre de 2020, el país había decretado Desastre Nacional con 2,3 millones de hectáreas quemadas. Sin embargo, bajo el gobierno de Luis Arce, se estima que en lo que va del año se perdieron 4 millones de hectáreas, lo que llevó a la declaración de una nueva Emergencia Nacional hace solo unos días.
2019: El Año Más Catastrófico para los Bosques Bolivianos
En 2019, bajo la presidencia de Evo Morales, Bolivia enfrentó su peor crisis de incendios forestales, con un total de 5,9 millones de hectáreas quemadas. Morales declaró emergencia nacional en un intento de controlar la catástrofe. El Decreto 3973, que permitía la expansión agrícola mediante quemas controladas, fue señalado como uno de los principales factores responsables de esta crisis. La Chiquitanía, una región de gran biodiversidad, fue la más afectada, sufriendo una degradación significativa de sus ecosistemas.
2020: Un Desastre Nacional con Menos Hectáreas Quemadas
En 2020, bajo el gobierno de Jeanine Añez, los incendios continuaron, aunque en menor medida comparado con 2019. Hasta octubre de ese año, se calculaba que aproximadamente 2,3 millones de hectáreas habían sido arrasadas por el fuego, lo que llevó al gobierno a declarar Desastre Nacional el 13 de octubre. Aunque los datos finales de la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN) mostraron que, al cierre de 2020, la cifra total de hectáreas quemadas ascendió a 4,5 millones, aún hubo una pérdida significativa. Las áreas más afectadas fueron las Tierras Bajas de Bolivia, con una pérdida del 4% del territorio nacional.
2021: Más de 3,4 Millones de Hectáreas Afectadas
El año 2021 no trajo mejoras sustanciales. Según los datos de la FAN, más de 3,4 millones de hectáreas fueron quemadas a nivel nacional entre el 1 de enero y el 15 de octubre. Los departamentos de Santa Cruz y Beni concentraron el 94% de las áreas afectadas. A pesar de los esfuerzos para controlar los incendios, la expansión agrícola y ganadera continuó siendo un desafío importante.
2022: Grandes Pérdidas con Datos Oficiales Incompletos
Para 2022, aunque no existen datos oficiales de la FAN, pero estimaciones preliminares sugieren que aproximadamente 3 millones de hectáreas fueron afectadas por incendios. Las pérdidas continuaron siendo considerables, especialmente en Santa Cruz y Beni.
2023: El Fuego No Cede
En 2023, se estima que aproximadamente 3,5 millones de hectáreas fueron consumidas por incendios, afectando principalmente las regiones amazónicas y la Chiquitanía. Aunque se implementaron algunas estrategias de prevención y mitigación, estas no lograron frenar el avance de los incendios. La expansión de la frontera agrícola y la falta de recursos para una gestión adecuada continúan siendo los mayores desafíos.
2024: Un Futuro Preocupante
Hasta el 2024, la situación sigue siendo alarmante, con aproximadamente 4 millones de hectáreas quemadas en lo que va del año. Aunque, el 7 de septiembre el gobierno declaró Emergencia Nacional y coordinó acciones con países vecinos y organismos internacionales para apoyar en la lucha contra los incendios, las quemas continúan descontroladas.
Los incendios han tenido impactos graves en la fauna y la flora. La pérdida de hábitats naturales ha puesto en peligro a numerosas especies y ha alterado los ecosistemas. La destrucción de vegetación ha afectado la calidad del suelo y los ciclos del agua, comprometiendo la regeneración de los bosques. Para las comunidades humanas, los incendios han causado problemas de salud por la contaminación del aire, pérdida de recursos naturales esenciales y desplazamientos debido a la destrucción de tierras agrícolas. La crisis continúa afectando la calidad de vida y la seguridad alimentaria de muchas familias.
El futuro de los bosques bolivianos es incierto, y las comunidades afectadas continúan esperando respuestas efectivas. La gran pregunta sigue siendo: ¿Qué medidas tomará el gobierno para frenar esta crisis ambiental y abordar los graves daños a la fauna, flora y calidad de vida de las personas?