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Una noticia hace eco a mediados de julio, la construcción de un nuevo Mall en la ciudad de La Paz, que entre bombos y platillos remarca que dicha inversión es parte del desarrollo para la ciudad, que todos podrán disfrutar de este nuevo espacio que se ubica frente a la zona Amor de Dios y esta encerrada en el medio de serranías talladas por el agua y el viento por milenios. Aquí es donde debemos hacernos una pregunta. ¿Si realmente se trata de progreso o estancamiento?, entonces es importante pensar en ello.
El desarrollo urbano no planificado ha alcanzado un nivel desenfrenado en las últimas décadas, convirtiendo a las ciudades en centros principales de crecimiento económico. Sin embargo, este progreso ha tenido un impacto significativo en la naturaleza, a menudo acabando con espacios verdes en favor de nueva infraestructura. La principal tendencia ha sido incrementar de manera drastica la infraestructura, en lugar de conservar los ecosistemas naturales, lo que ha provocado una importante reducción de la cantidad de areas naturales disponibles, no sólo para la población de estas zonas urbanas sino para la fauna nativa de cada región.
La tendencia global de esta idea de desarrollo ha ido disminuyendo a medida que las principales ciudades del mundo se han alejado de esta visión y han comenzado a adoptar el crecimiento verde. Les daré un par de ejemplos cito como ejemplo al “Greenest City Action Plan” de Vancouver, que ha buscado es aumentar el número de espacios verdes. Mejorar la conectividad ecológica ya que la ciudad ha creado múltiples parques y corredores naturales implementando vegetación nativa, ademas de usarla también en proyectos de construcción y rehabilitación urbana. O así como la iniciativa Copenhague Verde, que se concentra en establecer parques, corredores ecológicos y techos verdes en la capital danesa. La ciudad ha iniciado una serie de iniciativas de renovación urbana e iniciativas centradas en la vida vegetal nativa y la sostenibilidad, con la ambición de convertirla en la ciudad más verde del mundo.
Ahora la tendencia de sustituir áreas naturales por centros comerciales y zonas de entretenimiento se impulsa por una visión de desarrollo que prioriza la expansión económica inmediata y el consumismo. Los malls como otras edificaciones similares, pueden generar empleo contribuyendo a la economía, pero estos beneficios generalmente son a corto plazo comparados con las pérdidas a largo plazo que implica la eliminación de ecosistemas nativos. La construcción de espacios comerciales, a menudo, resulta en la eliminación de áreas naturales perdiendo no solo su belleza, sino también se pierde su función ecológica, ya que las áreas naturales nativas proporcionan servicios tan importantes como la regulación del clima, el control de inundaciones y el soporte a la biodiversidad, entre otros. Ademas la pérdida de estos servicios puede tener efectos negativos profundos en la calidad de vida de la ciudadanía y en la propia salud de los ecosistemas vecinos. Específicamente en el caso del valle paceño, se verían afectados de manera directa poblaciones de la cada vez mas escasa vegetación nativa que a su vez afecta a animales tan especiales como el colibrí cometa que es patrimonio natural del municipio o como a la lagartija del valle (Sutuhualla) que es endémica y por lo tanto cada vez mas rara de observar, solo para mencionar un par de los muchos casos.
Es crucial que nos replantemos la idea de desarrollo actual y entender que el verdadero progreso no debe ser destructivo y tampoco solo debe medirse solo en términos de crecimiento económico o consumo, sino también en la capacidad de nuestra sociedad para mantener la sostenibilidad con la naturaleza. Incorporar áreas verdes con funciones ecológicas en el desarrollo urbano y en las políticas de planificación es una inversión en la salud a largo plazo, tanto para nosotros como habitantes de las urbes como del propio planeta.
La integración y cuidado de espacios naturales nativos, en La Paz u otra ciudad de nuestro país, contribuiría a la conservación de estos ecosistemas únicos, sumado que también ofrecería a los ciudadanos beneficios duraderos, como espacios recreativos, mejoría la calidad del aire en la urbe y proporcionaría una mayor resiliencia frente a eventos climáticos extremos. Así que la verdadera visión de desarrollo debe reconocer el valor inherente de la naturaleza y buscar un equilibrio que permita a las comunidades prosperar sin sacrificar el futuro de todos nosotros.
