Primero, el equipo de investigación extrae la información científica y hace un resumen. Luego, otra persona lo traduce a un lenguaje más coloquial. Finalmente, ese contenido pasa al área de producción para que se transforme en una imagen, un video u otro producto. Así se comunica la ciencia a la calle.
Ciencia Molotov es un proyecto que nació en Bolivia hace cuatro años ante la necesidad “de crear un puente entre la sociedad y la academia”, explica Rhayza Cortés Romay. Ella es parte del grupo de 14 estudiantes y profesionales de Biología dedicados voluntariamente a hacer difusión científica, desde el 2020.
Incluso antes, en 2019, ya se podía ver a estos jóvenes biólogos sentados frente a una mesita en las avenidas o plazas explicando los daños a la biodiversidad que provocaban los incendios forestales en la Chiquitanía. Comunicaban datos científicos en palabras sencillas.
“Nos dimos cuenta que había un abismo enorme entre la academia y la sociedad. Era tan gigante que la desinformación era lo primero que salía antes que las respuestas científicas”.
Desde su perspectiva, hay mucho que las personas comunes no saben y ellos, como científicos, tienen el ‘privilegio’ de saber y acceder a esa información. “Uy, estábamos fallando un montón en llegar a la gente que usa ese conocimiento”, dice Cortés.
Luego llegó el Covid-19. “La pandemia fue como un sopapo para la Academia, para darnos cuenta que no estábamos haciendo nada. Y eso nos impulsó para llevar la ciencia a la calle”, cuenta.
Decidieron agruparse y darle un nombre a sus actividades: Ciencia Molotov. Se estableció oficialmente el 20 de mayo del 2020. “Nuestro enfoque es una ciencia de calle y no hay nada más latinoamericano y de calle que una bomba molotov”, explica la joven bióloga.
Continuaron la dinámica de llevar la información científica a un lenguaje normal, o sea, un lenguaje que parecería de ‘una tía en WhatsApp‘. Así, Ciencia Molotov abarcó temas como el tráfico de fauna silvestre, los agroquímicos, los transgénicos, entre otros.
Su primer logo fue hecho en Paint. Luego, fueron tomando cursos de diseño, comunicación, producción y mejoraron la calidad de sus productos. Abarcaron las redes sociales más populares. En su cuarto aniversario, ya cuentan con más de 4.700 seguidores en Facebook; 970 en Instagram; 810 en Tiktok y 130 suscriptores en Youtube.
Hacen videodocumentales, ilustración científica, podcasts, cómics, y también, desde el 2022, ferias de aniversario temáticas. Para realizar sus últimas dos ferias, han recibido el apoyo y auspicio del programa del Missouri Garden en Bolivia. Además, participan en actividades internacionales como la Gran Biobúsqueda del Sur (un registro fotográfico de animales y plantas que se realiza a nivel mundial para su investigación científica).
Han logrado trabajar con importantes instituciones dedicadas a temas medioambientales, como WWF, la Embajada de Suecia, el Herbario Nacional de Bolivia, el Museo Nacional de Historia Natural, el Bioparque Municipal Vesty Pakos, el Programa Missouri Botanical Garden Bolivia y otros.
“Los primeros años realmente queríamos impulsar a la ciencia en Bolivia, entonces fuimos a tocar puertas. Algunas nos abrieron; otras, no. Dentro de las que nos abrieron estaba el Herbario. Luego, con algunas actividades que nosotros hacíamos, se generó un vínculo con algunas instituciones. Con el Bioparque, por ejemplo, fue algo muy mutuo, de buscarlos y de que ellos nos busquen. Hoy son unos aliados increíbles”, relata Cortés.
No están constituidos como una ONG o una fundación con personería jurídica. Se mueven como colectivo. Con el pasar de los años han establecido una estructura más sólida. Antes sólo hacían comunicación científica, pero actualmente tienen cinco áreas:
- Investigación Científica
- Diseño y Producción Audiovisual
- Interacción Social
- Ciencia Ciudadana
- Community Manager y Marketing
Daniel Gomez encabeza el área de diseño. Además de biólogo se desempeña como diseñador/filmador/animador/productor. Desde que estaba en colegio, le llamó la atención el área de computación y luego, de manera autodidacta, aprendió a producir contenidos.
Gomez vio en Ciencia Molotov una oportunidad perfecta para combinar la biología con la producción audiovisual. “Hemos trabajado mucho haciendo minidocumentales, que son videos de 10 minutos aproximadamente”, comenta. Realizó al menos 10 minidocumentales y contribuyó con más de 20 infografías y otros diseños durante los cuatro años de vida de Ciencia Molotov.
Una de las producciones más destacadas es un video de stop-motion. Es decir, una secuencia hecha de múltiples fotografías para simular movimiento. Fue producido para la Universidad Regional Amazónica IKIAM en Ecuador, junto a Caroline Bacquet, una científica de ese lugar.
“A Caroline le gustó el material que realizamos y nos contactó para que le ayudemos con la difusión de su proyecto, ella nos contó que realiza tejidos a mano y surgió la idea de que saque un montón de fotos en diferentes posiciones de sus tejidos, porque era de mariposas. Nos enviaba todo ese material y pues aquí hemos tenido que limpiar todo, meterlo al programa de edición y poco a poco hacer las animaciones. Fue un trabajo fuerte, muy nuevo para nosotros que nunca habíamos hecho eso, pero el resultado final le encantó. Ahora se está reproduciendo en un museo en Washington y se va a reproducir en el Museo Interactivo de Ciencia en Ecuador”, cuenta el joven productor.
Gómez señala que el estilo de Ciencia Molotov es “de calle, espontáneo y no minimalista”. Otro de sus productos destacados es un cómic titulado Guardianes de la Quina, realizado para el Herbario Nacional de Bolivia, que busca generear consciencia sobre esa planta en peligro de extinción.
Todo el trabajo de este grupo de jóvenes es voluntario. “No, no es remunerado. Lo hacemos por amor a la divulgación científica, porque en ese mundo la información pasa de científico a científico y no sale de ahí. Pues, se necesita que salga. Tiene que darse a conocer la ciencia que se hace en Bolivia; tenemos científicos bien capacitados”, dice Gomez.
¿Por qué estos 14 jóvenes le dedican horas de su tiempo a este proyecto? “No hay un espacio para los jóvenes en la Academia Boliviana y soy de las personas que si no existe algo, lo hago y lo construyo, me las ingenio. Tuve la suerte de tener un equipo que tiene el mismo pensamiento. En Latinoamérica se hace ciencia con cosas que no tenemos. Yo amo mucho Bolivia y amo infinitamente ser bióloga. Pero es bien difícil hacer ciencia cuando no tienes el apoyo. Con Ciencia Molotov queremos crear ese apoyo, queremos que la gente que hace ciencia diga: sí, se puede”, concluye emocionada la biologa Rhayza Cortés.
La Nube consultó a algunos comunicadores su opinión sobre Ciencia Molotov y sus productos comunicacionales.
“Me parece fantástico que haya un canal nacional dedicado a la difusión científica, y que además lo haga en un tono tan coloquial y amigable. Podría criticar algo acerca de la estética del feed, pero justamente creo que esa espontaneidad es la que lo hace llamativo”.
Martín Díaz Meave, comunicador especialista en Marketing.
“Intentar informar desde ciencias como la biología implica hablar de periodismo científico, el cual implica el doble esfuerzo de informar de manera adecuada, completa, accesible y precisa y traducir el lenguaje científico y uno sencillo que sea fácil de comprender. En ese sentido, Ciencia Molotov está en camino de conseguir ese tipo de periodismo, añadiendo diseño, creatividad y humor a la información, sobre todo de anuncios. Sin embargo, considero que la parte netamente informativa puede seguir siendo enriquecida cada vez más con más datos de los que suelen activar”.
Amparo Canedo, periodista.