Laura, una joven emprendedora de 31 años y soltera, se ha mantenido muy comprometida con su salud durante más de cinco años, cumpliendo regularmente con sus consultas ginecológicas. A pesar de que su médico siempre le asegura que está en buen estado de salud y todo parece normal, Laura no se siente completamente tranquila, especialmente después de una intervención por mioma hace algunos años. Con el deseo de algún día formar una familia, Laura decide investigar más sobre su fertilidad. Aunque su ginecólogo intenta calmarla y le dice que puede esperar, cuanto más indaga, más se da cuenta de la necesidad de asegurarse de que todo esté realmente bien.
Tras pasar horas en Internet, Laura descubre que simplemente escuchar «todo está bien» de su médico no es suficiente. Entiende que necesita someterse a dos pruebas específicas para confirmar su estado y recuperar la tranquilidad. A través del análisis de sangre de la Antimulleriana y la ecografía para el recuento de óvulos, Laura confirma sus sospechas: su índice de fertilidad es bajo, según los resultados de los análisis. Ahora se encuentra en una encrucijada, enfrentada a tomar una decisión crucial: ¿intentar ser madre ahora, renunciar a la maternidad en el futuro o considerar la alternativa de congelar sus óvulos?
Desde nuestros mediados veinte años, las mujeres comenzamos a reflexionar más sobre la maternidad. Preguntas como «¿Quiero ser madre?», «¿Cuántos hijos deseo tener?» y «¿Cuándo es el momento adecuado para ser madre?» empiezan a rondar en nuestras mentes. Además, no solo nosotras nos planteamos estas interrogantes, sino que familiares, amigos y conocidos también comienzan a preguntar: «¿Cuándo llegará el bebé?».
Es cierto que en los últimos años ha habido un cambio en la mentalidad respecto a la maternidad. Mientras que, en generaciones anteriores, como las de nuestras abuelas o madres, la maternidad era vista como una imposición social, hoy en día tenemos la libertad total de elegir.
Sin embargo, lo que muchas veces no se comprende es que, aunque las mujeres estén en su período biológico óptimo para concebir, muchas no están interesadas o no se sienten preparadas para ser madres. Factores como la independencia económica, el desarrollo profesional, y la estabilidad en la pareja son algunas de las razones por las que las mujeres optan por posponer la maternidad. Es común escuchar frases como «Sí quiero ser madre, pero no aún», o incluso dudar sobre esta decisión y decir «Todavía no estoy segura».
El aplazamiento de la maternidad es una realidad cada vez más presente. Un número creciente de mujeres desean postergar la maternidad hasta después de los 35 años, y eso está bien. Sin embargo, lo que no se discute lo suficiente es el impacto del reloj biológico de la mujer. Lamentablemente, la fertilidad de una mujer disminuye a medida que pasa de los 30 años, lo cual es un aspecto crucial a tener en cuenta.
A pesar de esto, una encuesta realizada por la Sociedad Americana de Medicina Reproductiva (ASRM, por sus siglas en inglés) en 2015, a 1000 mujeres entre 18 y 40 años en Estados Unidos reveló que el 20% desconocía el efecto de la edad en su fertilidad. Aunque no existen datos específicos para Bolivia, la situación es similar, y el tema de la fertilidad y los tratamientos para preservarla siguen siendo un tabú en el país.
Estos datos son fundamentales, ya que es importante comprender que, a medida que la mujer envejece, su fertilidad disminuye, lo que aumenta el riesgo de abortos espontáneos, alteraciones cromosómicas y defectos congénitos.
Según las clínicas especialistas en reproducción, a partir de los 30 años la fertilidad empieza a disminuir. A partir de los 35 años, se acelera su pérdida y a los 38 años la mitad de las mujeres no serán capaces de conseguir un embarazo evolutivo con sus propios óvulos.
La falta de información y educación sobre fertilidad nos deja desprovistas de la capacidad de prever la pérdida de nuestra capacidad reproductiva. De hecho, es común caer en el error de asumir que si nuestras visitas al ginecólogo son favorables, nuestra fertilidad está automáticamente garantizada.
Ante ello, la especialista en Reproducción Asistida Humana, Vinka Nemer D’rpic, destaca que muchos ginecólogos carecen de conocimientos en este ámbito. «La mayoría se especializa únicamente en ginecología obstétrica y descuida el campo de la fertilidad y la reproducción», explica. Esto conlleva a que se den prioridades a pruebas como el papanicolaou, debido a la alta incidencia de cáncer cervical en nuestro país, relegando así la discusión sobre fertilidad, a pesar de que la Organización Mundial de la Salud ha declarado la infertilidad como una emergencia, dada la prevalencia de problemas de fertilidad en seis de cada diez parejas en edad reproductiva.
Una solución viable es la preservación de la fertilidad mediante la congelación de óvulos, como señala la Dra. Nemer D’rpic. Este proceso brinda una seguridad para el futuro. ¿Qué implica esto? Significa que si, en este momento, no te ves como madre debido a prioridades como el avance en tu carrera, el deseo de viajar, o el desarrollo personal y profesional, puedes asegurar tu capacidad reproductiva congelando tus óvulos.
Congelar óvulos: el primer paso
El primer paso es someterse a los análisis correspondientes de sangre y una ecografía. «Los análisis de sangre se realizan al inicio del ciclo menstrual para garantizar valores basales estables. La hormona antimulleriana es especialmente relevante, ya que indica la reserva ovárica y la salud reproductiva actual, proporcionando una idea de cómo puede ser en el futuro», explica la especialista. Además, se realizan otros análisis hormonales, como FSH y LH, para evaluar la salud de los folículos y su desarrollo en el ovario.
El examen más relevante es la ecografía, preferiblemente realizada entre el día 2 y el día 4 del ciclo menstrual. Este examen, conocido como ecografía del recuento de folículos centrales, permite contar y evaluar el desarrollo de los folículos en el ovario. «Esto nos proporciona información crucial sobre la salud ovárica y la cantidad de óvulos disponibles», agrega la Dra. Nemer D’rpic.
El reclutamiento de folículos implica la aparición de varios óvulos capaces de ovular, pero solo uno se vuelve dominante y se libera durante la ovulación, mientras que los demás degeneran y mueren. Esta dinámica es la razón por la cual la reserva ovárica disminuye con la edad. La Dra. Nemer enfatiza que no hay una edad ideal específica para la preservación de óvulos, ya que ha tratado pacientes de hasta 38 o 39 años interesadas en este procedimiento, aunque destaca la importancia de la calidad genética, que suele ser óptima entre los 25 y 35 años y requiere una evaluación previa.
Una vez congelados, los óvulos se someten a un proceso especial llamado vitrificación, donde se alcanzan temperaturas tan bajas como menos 196 grados Celsius en nitrógeno líquido. Esto detiene prácticamente su envejecimiento, permitiendo que puedan permanecer congelados durante hasta 10 años. La especialista menciona estudios recientes que respaldan la viabilidad de este método, incluso con embriones y óvulos que han sido congelados por más de 15 años, lo que confirma su eficacia a largo plazo.
El procedimiento para congelar óvulos es seguro y relativamente sencillo. Los análisis y la preparación para la congelación suelen llevar entre 1 y 2 meses, desde la realización de los análisis iniciales hasta el inicio del proceso de congelación. Esta ventana de tiempo permite garantizar que el procedimiento se realice de manera adecuada, brindando tranquilidad a las mujeres que desean asegurar su fertilidad para el futuro.
Luego de congelar los óvulos
Después de congelar tus óvulos, el siguiente paso es determinar cuándo deseas convertirte en madre y evaluar los resultados del procedimiento. Si durante la congelación se logró conservar entre 3 y 5 óvulos, puede ser necesario considerar realizar otro procedimiento para alcanzar el número ideal de óvulos congelados para futuros intentos de concepción, que suele ser de entre 7 y 10 óvulos.
Por esta razón, se recomienda a las mujeres mayores de 30 años que deseen ser madres en el mediano plazo que se sometan a estas evaluaciones para comprender su estado de fertilidad. Se destaca que hasta los 35 años, la calidad genética de los óvulos suele ser óptima para la congelación.
Además, congelar los óvulos es una opción válida para aquellas mujeres que aún no desean ser madres, que están enfocadas en su carrera, en viajar o que no han encontrado a su pareja ideal. Esto les proporciona un seguro para su fertilidad futura, ofreciéndoles la libertad de planificar su maternidad de acuerdo con sus propias circunstancias y preferencias.
Otro motivo importante para considerar la preservación de la fertilidad es cuando una mujer enfrenta una enfermedad que puede afectar su capacidad reproductiva, como el cáncer de mama u otras enfermedades graves. En tales casos, preservar los óvulos antes de recibir tratamiento médico puede ser fundamental para proteger la fertilidad futura.
Si bien el costo del tratamiento ronda los 2500 dólares, debido a la tecnología involucrada, suele ser aproximadamente la mitad del costo de un tratamiento de fertilización in vitro completo, ya que no incluye la etapa de formación de embriones y la transferencia embrionaria. Dado que cada paciente es única y pueden requerirse múltiples procedimientos, se aconseja a las mujeres jóvenes que deseen posponer su maternidad que consulten con anticipación para tomar decisiones informadas sobre su salud reproductiva.