El pepino, las comadres y la serpentina ya lideran los juntes y celebraciones de esta semana. Noticias que despiertan curiosidad, donde se escucha si se podrá jugar con agua en La Paz, si el dengue dejará que Santa Cruz pueda hacer su reconocida entrada carnavalera o si Luisito Comunica pisará tierra Orureña, son el pan de cada día.
Personalmente yo me apunto a una celebración tranquila, donde quizá podamos compartir una carne a la parrilla con algunos amigos y familiares. Hay otros que prefieren partir al campo y enamorarse de la naturaleza, buscando, por qué no, un poco de aventura.
Me pongo a pensar cuáles podrían ser los desafíos para celebrar “estos carnavales” en una etapa “postpandemia”. Es claro que, a casi 3 años de haber escuchado que el primer caso de COVID llegó a Bolivia, finalmente nuestra normalidad aparenta estar de vuelta y casi todos apuntamos a recuperar todos aquellos encuentros que se habían dejado de lado.

¿Qué podemos esperar? La pandemia no ha terminado y se va a establecer como parte de nuestra rutina y nuestro día a día. El poder entender cómo enfrentarla, hasta dónde arriesgar y dónde comienzan los límites, será nuestro primer desafío. Veo con alegría que en La Paz aun hay algo de cordura. Las personas usan barbijo en su mayoría y hay, todavía, una conciencia colectiva. “No bajar la guardia”, frase que se ha convertido en nuestra guía espiritual, surge como un desafío fundamental en esta etapa postpandemia.
Un segundo desafío se hace tangible al evaluar los pros y contras de juntarse con personas de nuestro entorno. Leí por ahí que si ya no hablas con esa persona hace más de un año, ya no debería ser una prioridad el poder encontrarte con ella o compartir en alguna festividad. Así, toca evaluar cuál es la prioridad de estar con amplios grupos de personas y analizar cuán alto es el beneficio o perjuicio que nos puede traer.
Existimos personas que no solo tenemos que cuidarnos, sino que también debemos cuidar a nuestros padres, abuelos y personas mayores que, por distintas circunstancias, pueden tener menores defensas y caer en riesgo de enfermar. Casi nunca fui partidaria de asistir a festejos de comadres porque casi siempre las amigas encuentran más diferencias que similitudes y terminan generando conflictos de amplia gama. Este año, sin embargo, me di la oportunidad de asistir a una fiesta de comadres y salí tan decepcionada que, volví a pensar que era pertinente analizar cuán productivo y bueno fue ir, quizá hubiese mejor juntarse en una casa a compartir una pizza y pare de contar.
El último desafío está en saber medirse con las comidas. Esta claro que las tendencias de esta época nos empujan a convertirnos en consumidores más conscientes, más exigentes, más analíticos y más cuidadosos con lo que vemos, hacemos y comemos. Recientemente estuve participando en la elaboración de un artículo sobre “comida consciente” y cómo podemos festejar este carnaval cuidando nuestra alimentación. Pues así, no excederse en las bebidas alcohólicas, buscar alternativas distintas de alimentación, como snacks saludables, comida baja en carbohidratos y saber decir que “NO” también forman parte de un desafío en esta etapa.
Así, rescatando que nuestro cuerpo es único y nos acompañará en nuestro ciclo de vida, el saber cuidarlo y cuidarse forman parte de una meta que nos empujará a buscar mayor consciencia, y saber entender que si bien la pandemia “aparenta” haberse ido, nuestra guardia y nuestros cuidados deben permanecer inamovibles en el tiempo.