Cuando les preguntaron a los integrantes de N.W.A. si su música generaba violencia y malestar social, su respuesta fue clara: “No. No lo hace. Porque lo único que hacemos es cantar nuestra realidad”. Como fan del Hip-hop, entiendo la necesidad de esa mítica banda. ¿Por qué permitir que niños presencien la muerte de sus padres? ¿Por qué no hacer algo al respecto? Sí creo, sin embargo, que generan malestar social. Pero no porque su música lo esté provocando, sino porque nosotros no queremos enfrentar el dolor que causamos.
Hay un verso de Kendrick Lamar que dice lo siguiente: “Saboteas mi comunidad, haciendo una matanza. Me convertiste en un asesino”. Cruel como suena, resume a la perfección la raíz de tan controversial género: la emancipación. ¿De qué? De la violencia. Del odio. Del blanco. Esta poderosa línea pertenece al tema The Blacker The Berry del álbum To Pimp A Butterlfy, y no tengo miedo a decir que es el mejor disco en la historia del Hip-hop. Sin lugar a dudas, uno de los mejores discos conceptuales jamás escritos.
La necesidad de artistas como Kendrick, N.W.A. o JPEGMAFIA de buscar la emancipación a través de la música no es sino una respuesta natural a la impotencia de un mundo que, esencialmente, no les ha dado nada. Ni dignidad, ni oportunidad, ni salud, ni seguridad. Así que, cuando JPEG (Peggy, desde ahora) dice que se siente arrecho después de matar a un policía, no es que le excita la muerte, pero sí le excita la libertad. Y le creo, yo también estaría excitado. Cuando el mundo no te ha dado la oportunidad de vivir una vida digna y placentera, tienes que escoger un camino para pelear. Por suerte para nosotros, ellos escogieron la música.

Desde sus inicios hace ya 50 años, el Hip-hop ha sido un género que ha dado mucho de qué hablar. Primero, por su incesante cualidad reaccionaria de decir sin censura, sin filtros y sin miedo todo lo que los raperos pensaban. Eminem una vez dijo, hablando de Jennifer López: “No me importa un carajo si esa chica es mi propia madre, aun así me la cogería sin condón y me vendría adentro, tendría un hijo y un hermano al mismo tiempo y solo diría que no es mío”. Y puede que eso parezca demasiado, pero tenemos que entender al Hip-hop como un género de irreverencia contra toda institución o sistema. Y nada es más irreverente y escandaloso que el incesto.
En segundo lugar, hay que comprender al Hip-hop en el marco de la búsqueda de un sonido propio y auténtico de la comunidad negra. En su LP de 2015, Communist slow jams, Peggy dirige una de sus canciones a Lemmy Kilmister, vocalista de Motorhead, donde interpela al aclamado metalero por una entrevista en la que dijo que, “el Hip-hop no es música real” por utilizar el sampleo como recurso musical. “Like you didn’t steal rock, jazz, blues in ’53? Techno, disco, soul, country, and R&B? Rock & roll hall of fame, filled with fucking culture thieves?”. ( “¿Como si no robaras el rock, el jazz, el blues en el 53? ¿Tecno, disco, soul, country y R&B? Salón de la fama del rock & roll, ¿lleno de malditos ladrones de cultura?”). Esa fue la respuesta de Peegy, también conocido como Left-wing Hades, en la cual incursiona en uno de sus conceptos más importantes y que desarrolla luego a lo largo del disco: “culture vultures”, en referencia a aquellos músicos y artistas que se adjudican la creación de un género musical y una cultura que, en su origen, no les pertenece.
La búsqueda incesante de una renovación sonora llevó a los artistas del Hip-hop a producir un sonido que es per se versátil, impredecible, visceral, matizado, lleno de texturas y de capas, consistente, revolucionario, colorido y cualquier otro adjetivo que se les ocurra. Por ejemplo, Peggy no es solo un fan del sampleo, sino que es un maestro en su uso, creando samples con escenas específicas de videojuegos como hizo en su tema Grimy Waifu donde utilizó una escena particular de Resident Evil para iniciar la canción. O incluso llegando a samplear escenas completas de pornografía hetero y homosexual. Su disco Veteran, de 2018, se convirtió en uno de los álbumes de la última década más aclamados por la crítica, precisamente por su excelencia sonora en la producción y su crudo análisis social, permitiéndole crear un LP absolutamente excéntrico que suena como si la Deepweb estuviese hablándonos. La textura sonora converge perfectamente con la intención de Peggy y los tópicos que toca, desde la violencia policial y las drogas, hasta la libertad de género, el racismo y la corrupción en la industria musical.
Lo mismo podemos observar en bandas como BROCKHAMPTON, quienes lograron un estilo completamente sui generis a partir del uso de nuevos recursos tecnológicos para la producción musical (como la reverberación, el sampleo, la distorsión, etc.) y la fusión de la estética de los diferentes miembros. Y es que BROCKHAMPTON nace a partir de un foro de Reddit, donde el próximo líder de la banda, Kevin Abstract, logró reunir jóvenes raperos de todo Estados Unidos para crear una de las bandas de Hip-hop más influyentes de la última década. Así, Kevin Abstract, Merlyn Wood, Ameer Van, Matt Champion, Joba, Dom McLennon y Beerface instauraron un imperio del Hip-hop con temáticas que indagan en los conflictos personales de cada uno con respecto a temas de raza, homosexualidad, amor, libertad, violencia, sexo, drogas; todo a partir de una fluida intercalación e interrelación entre los miembros, posibilitando la composición múltiple que deja como producto final una obra amplia en perspectiva, versátil y, sin dudas, fascinante.

Sin embargo, lo que hace del Hip-hop uno de los géneros más sociocultural y musicalmente relevantes es, precisamente, su búsqueda de justicia social. Son obstinados. Y claro, como no serlo cuando durante siglos fueron esclavizados, asesinados, estigmatizados, discriminados. Aunque, en la actualidad, ya no es solo el tema de la raza aquel predominante en la escena del Hip-hop. Artistas como Kevin Abstract o Tyler, The Creator son abiertamente homosexuales y componen muchas de sus canciones en torno a ese tema en particular. La canción JUNKY del disco SATURATION II de BROCKHAMPTON empieza con un verso de Abstract explicando los abusos y la soledad con las que tuvo que lidiar la mayor parte de su vida, afirmando que, de donde viene (Texas), “Niggas get called “faggot” and killed”, (“A los negros los llaman ‘maricón’ y los matan”), así que, cuando le preguntan por qué siempre rapea sobre ser gay, él responde: “’Cause not enough niggas rap and be gay” (“Porque no hay suficientes raperos niggas que son gays”).
Por su parte, Mr. Clusterfuck, mejor conocido como Tyler, The Creator, no es ningún extraño en utilizar su homosexualidad como temática musical y social. De hecho, suele venirse más fuerte que salir del closet con padres cristianos conservadores. Como él mismo dijo, lleva besando chicos blancos desde 2004. Pero no fue hasta su álbum IGOR (2019) donde, con maestría e innovación en la producción musical, pudo crear una narrativa tipo conceptual en la cual profundiza en el proceso de dejar de ser Tyler para convertirse en Igor cuando siente que el dolor del luto del amor lo consume por dentro hasta el punto de perder toda racionalidad y transformarse en ese monstruo deforme que la literatura (y, ahora, él) ha inmortalizado. Disco que, por cierto, se dice que va dedicado a su ex pareja, Jaden Smith.
Incluso el mismo Kendrick Lamar ha incursionado en este tópico. En su último disco, Mr. Morale and the Big Steppers, analiza el conflicto social e interno por el cual su tía y su primo Demetrius tuvieron que pasar al cambiarse de sexo, comparando cómo su tía sufrió menos que Demetrius (que ahora es Mary-Ann) por el hecho de salir con mujeres y no hombres, sugiriendo que, en una sociedad como en la que él vivió, el lesbianismo es más aceptado que la homosexualidad entre hombres. Al final de la canción, reflexiona sobre sus propios prejuicios a través de una conversación que tuvo con Mary-Ann. Ahí fue cuando entendió que, para realmente comprender el amor, uno debe comprender a los otros. ““Faggot, faggot, faggot”, we can say it together. But only if you let a white girl say “Nigga””. (““Maricón, maricón, maricón”, podemos decirlo juntos. Pero solo si dejas que una chica blanca diga “Nigga””).

Si durante los 90 te paseabas las calles del Bronx cantando una buena pieza de Hip-hop del momento, lo más probable era que obtengas una de dos respuestas: o eras arrestado por un policía blanco por “incitar a un comportamiento criminal” o inmediatamente te encontrabas con un grupo de jóvenes negros gritando a todo pulmón: “Fuck a punk motherfucker with a badge and a gun!!!!!”. ( ¡Qué se joda un hijo de puta punk con una placa y una pistola!) Ahora, el Hip-hop ha evolucionado. Y con él, el mundo.
Ciertamente, no importa si escuchas el OG Hip-hop gangstarap de N.W.A. y Wu-Tang Clan o si prefieres el hardcore undergroung Hip-hop de JPEGMAFIA. Las búsquedas esenciales son las mismas. Uno puede embriagarse con la genialidad sin precedentes del To Pimp A Butterfly y comprender cómo Kendrick ha creado un disco que es musical y narrativamente conceptual, haciendo una exploración sonora de la historia de la música negra donde logra converger y evolucionar los géneros del jazz, blues, funk, soul, G-funk, pop, Hip-hop mientras realiza uno de los ensayos más profundos y complejos sobre la identidad negra en un contexto sociopolítico denigrante. O puedes aceptar el reto de sumergirte en el humor negro, la ironía y la violencia de un JPEGMAFIA que ha renovado el concepto de estética en el Hip-hop y, así, encontrar un espacio tan actualizado de crítica social y musical que no solo va a hacerte estallar en risa por su cinismo desbordado, sino que va a reconfigurar tu concepción de lo que puede ser la música. Al final, no importa a quién elijas. De todas formas, ellos no están rapeando. Solo están dejando que sus amigos muertos cuenten sus historias.
“I remember you was conflicted, misusing your influence. Sometimes, I did the same…”. (“Recuerdo que estabas en conflicto, haciendo mal uso de tu influencia. A veces, yo hacía lo mismo…”). Kendrick Lamar, To Pimp A Butterfly (2015).