Juan José Toro

Juan José Toro luego de la agresión de los cooperativistas mineros. Foto: Correo del Sur.

El caso del periodista que no puede salir a la calle 

“Es probable que en este momento no estuviera contando esto porque era demasiada gente muy enardecida que fácilmente en el fragor de los golpes me hubiera matado”, así el periodista Juan José Toro resume el episodio de agresión que le tocó vivir el 7 de octubre de 2020.

Ese día, Toro y una delegación compuesta por miembros del Comité Cívico Potosinista y voluntarios fueron a inspeccionar el Cerro Rico, a causa de los hundimientos y el deterioro que se producía como efecto de la sobreexplotación minera. Toro, director del diario El Potosí, no se imaginaba que ese mismo día, más de mil mineros cooperativistas se organizaron para bloquear su paso con dinamita en mano. 

“Cuando yo me puse a grabar con mi celular lo que estaba ocurriendo, inmediatamente se me vino una turba de gente encima. Me golpearon y me destrozaron el celular, me destrozaron los lentes y después me robaron la grabadora que tenía en el bolsillo”, relata el periodista. 

Según Toro, no fue algo casual, sino con premeditación y alevosía. Comenta que el gerente de la oficina regional de la Comibol, Richard Arancibia, había promovido este ataque para “sentarle la mano” porque “estaba molestando mucho”. El Potosí había reportado y dado cobertura a los hundimientos en el Cerro Rico y esa labor los apuntaba como “el enemigo al que hay que callar o eliminar”. 

De la denuncia instaurada por el hecho y de los más de mil mineros que perpetraron el ataque y al menos 20 que han sido identificados como agresores directos, sólo hay un acusado, Víctor T. Ch., quien se defiende en libertad por los cargos de lesiones graves y leves. Esta situación demuestra a Toro que “hay impunidad”, porque, por un lado, los autores del hecho están libres y por el otro, la pena por la cual se acusa al único imputado, no será mayor a los tres años. 

Este caso obligó a Toro a salir del país con el apoyo de la organización internacional Reporteros Sin Fronteras, que lo trasladó a España entre enero y abril de 2021, para resguardar su vida, pero también para hacerle exámenes médicos y psicológicos. A su vuelta al país y hasta la fecha, Toro decidió mudarse de casa, trabaja de manera remota y evita salir solo, más aún por las noches.

“Yo todavía no puedo salir a la calle de noche solo, me da miedo (…). Ya no voy a las oficinas del periódico. Yo trabajo desde casa conectado a internet. No tengo vida nocturna, no puedo tenerla, el estrés ya no me permite llevar una vida normal”, confiesa Toro. 

Esta investigación fue realizada con el apoyo del Fondo Concursable de la Fundación para el Periodismo (FPP) en el marco del proyecto Red de Apoyo y Protección a Periodistas (RAPP), con el respaldo The Global Media Defence Fund – UNESCO.