Los niños se expresaron mediante dibujos sobre los efectos de los incendios. Foto: Proceso
Sumando Voces
Comunidades indígenas chiquitanas y guarayas del departamento de Santa Cruz reportaron la pérdida de sus medios de vida, migración estacionaria y hasta efectos psicológicos provocados por los incendios del 2024, según un estudio presentado en Santa Cruz por organizaciones de la sociedad civil.
“Entre los principales hallazgos se ha identificado como principal afectación la pérdida de bosques y pérdida de cultivos, siendo ambos elementos fuente principal de subsistencia de las familias y de las comunidades”, señala unas de las conclusiones del estudio.
Para indagar sobre los impactos, se hizo encuestas en 17 comunidades, entrevistas y grupos focales, llegando a una población de 193 personas de seis municipios.
El documento también señala que de 105 personas encuestadas, 48 expresaron que algunos integrantes de sus familias tuvieron que migrar por un tiempo en busca de mayores ingresos económicos para el sustento de sus familias, “dejando en mayor vulnerabilidad a las mujeres, niñas, niños y adolescentes, debido a que las mujeres, ante la ausencia de la pareja, tienen que salir a buscar ingresos económicos dejando el cuidado de los hijos a terceros”.
Este diagnóstico es resultado de una colaboración interinstitucional entre PROCESO Servicios Educativos, ACOVICRUZ, FCBC y cuenta con el apoyo de Terre des Hommes – Alemania.
El año 2024 se registró, según la Fundación Tierra, el peor desastre ambiental de la historia de Bolivia, con incendios que devastaron 12,5 millones de hectáreas.
El estudio de Proceso indica que el 100% de las personas ha identificado un alto nivel de contaminación de las aguas luego de las lluvias y que el 32% percibió “síntomas de irritación ocular o de tipo pulmonar como principal afectación”.
Pero, “una de las mayores preocupaciones expresadas en los grupos focales fue la afectación a la flora y fauna”.
Los comunarios también han percibido una disminución de animales para la caza y pesca, y la quema de forraje y de potreros destinados a la ganadería.
Por ejemplo, en la comunidad de Miraflores indicaron que uno de sus medios de vida es la caza, pero que después del incendios ya no encuentran los animales que solían cazar como el tatú.
“El estudio preliminar, realizado en comunidades de seis municipios gravemente afectadas por los incendios de 2024, revela que la pérdida de bosques y cultivos ha comprometido la subsistencia familiar. También se identificaron impactos en la salud física y emocional, con niveles de ansiedad y preocupación por la seguridad alimentaria. Niñas, niños, personas mayores, con discapacidad y mujeres enfrentan mayores riesgos debido a la falta de garantías estatales para su recuperación integral”, afirmó Gelmi Castellón, directora ejecutiva de Proceso Servicios Educativos.
En cuanto a la salud mental, los comunarios reportan que sintieron pena e impotencia ante los incendios.
Sobre la educación, el informe indica que hubo clases a distancia y que los maestros entregaban tareas al estudiante, que luego volvía a presentarlas de acuerdo al criterio del profesor.
Y si de niños se trata, éstos hicieron dibujos para expresar sus emociones, en los que algunos expresaron sentimientos de culpa al no poder ayudar en la emergencia.
Recomendaciones
El estudio también contiene una serie de recomendaciones que fueron recogidas en las comunidades, entre ellas, la emisión de sanciones para las personas que provocaron los incendios, el cumplimiento de la reforestación de parte de la agroindustria y de los ganaderos, prohibición de la dotación de tierras a comunidades campesinas e interculturales, cuantificación de los daños, entre otras.
Las comunidades que fueron parte del estudio son Cinco Hermano, Sapocó, Palestina, Santa Mónica, San Rafael, Medio Monte, Sañonama, San Lucas, Espíritu, San Antoñito, Urubichá, Miraflores, Naranjos, Ascensión de Guarayos, Monte Verde, 16 de julio y San Lorencito.
Estas comunidades están ubicadas en los municipios de San Ignacio, San Rafael, Concepción, Urubichá, Roboré y Guarayos, de Santa Cruz.
