Investigadores y ambientalistas nacionales y extranjeros alertaron que la extraccción de litio en los salares bolivianos puede provocar devastación ambiental y miseria para las poblaciones locales en lugar del progreso y riquezas prometidas. Los beneficiarios, como en muchos casos con industrias extractivas, serían países extranjeros y compañías que utilizan la materia prima para producir baterías y coches eléctricos; mientras que el tan anhelado desarrollo local nunca llegaría.
Para el director del Centro de Documentación e Información Bolivia (Cedib), Óscar Campanini, se nos vende la industria del litio como “la gran promesa de desarrollo”, pero muy probablemente deje al país “con más pobreza y devastación”. Esto debido al consumo intensivo de agua dulce y a los desechos mineros que generan la extracción del “oro blanco”, lo cual puede anular las condiciones para la vida de fauna, flora y poblaciones locales.
Estas ideas fueron presentadas en el evento “Relatos Sobre el Litio”, organizado por el Cedib y la Alianza por los Humedales Andinos, de la cual forman parte varias organizaciones. El mismo se realzó en la ciudad de Cochabamba el 22 de abril. Allí se expusieron documentales y se discutió el impacto que tiene la extracción de litio en los humedales andinos de países como Chile, Argentina y Bolivia, los tres considerados parte del “triángulo del litio”, zona con la mayor cantidad de recursos de este metal esencial para la fabricación de baterías y para la transición energética: electrificación para dejar de depender de combustibles fósiles altamente contaminantes.
“El discurso de la minería siempre es el mismo: desarrollo. Y la gente les cree”, opinó Vivian Lagrava, integrante del colectivo de derechos humanos Empodérate, de Potosí.
“Dejar de explotar litio es una opción. Potosí tiene más de 500 años de saqueo y nada de progreso. Si seguimos viendo como una opción seguir siendo saqueados pues no tenemos dignidad. Se destruye el Madidi por el oro que se acumula en bóvedas. Los ricos no tienen el tiempo suficiente para gastar ese dinero. No acepto seguir siendo saqueada y ser el patio trasero”, acotó.
Las declaraciones de Lagrava fueron una respuesta al comentario de que el litio sí o sí debe ser extraído, después de todo Bolivia posee la mayor cantidad de recursos en todo el planeta (alrededor de 23 millones de toneladas). La enorme riqueza de Bolivia ha sido utilizada por los gobiernos del MAS (Evo Morales y después Luis Arce) para prometer un futuro de desarrollo y riqueza capaz de reemplazar a la declinante industria del gas y sacar al país de apuros económicos que ahora vive.
Las promesas no han sido cumplidas. Al contrario, han sido calificadas como un gran engaño. En el evento de Cochabamba el CEDIB presentó el documental “La tortuosa carrera del litio en Bolivia”. En él se recuerda cómo Bolivia gastó $us 1.000 millones y más de 15 años en intentos para extraer litio con una tecnología que no dio los resultados esperados (la evaporítica). Se inauguró en 2023 una planta industrial que no funciona como se esperaba. Y desde 2021 se intentó cambiar a la extracción directa de litio (EDL) con nuevas promesas que generan muchas dudas debido al pasado opaco y “tortuoso” que ha dejado al país fuera del negocio mundial de este metal.
Sin embargo, hay quienes consideran que estos recursos bien podrían dejarse en los salares y aprovechar la riqueza que éstos ofrecen de otras maneras, por ejemplo a través de actividades más sostenibles. O, en todo caso, considerar el alto impacto que la extracción de litio tiene en los recursos hídricos de los humedales andinos (salares, lagos, lagunas, bofedales, etc.).

“Si perdemos estos ecosistemas no son recuperables”, dijo Cynthia Escares, bióloga marina que trabaja con la ONG chilena Defensa Ambiental. Ella afirmó en su exposición que las empresas suelen llegar con promesas de desarrollo a partir de la minería, y los pobladores, ante la ausencia del Estado y de oportunidades de mejorar su calidad de vida, ponen sus expectativas en estos proyectos que tienen un alto riesgo. Se infunde el miedo a la pobreza y a que la oportunidad de entregar los recursos naturales ya no vuelva. Sin embargo, en muchos casos, lo que suele llegar con la minería no es progreso, sino devastación ambiental, más pobreza, y actividades degenerativas como la prostitución y el alcoholismo. Para ella es imposible separar “este falso progreso” del surgimiento de esta degeneración social y económica.
“Se pretende convertir a Argentina, Chile y Bolivia en proveedores de materia prima, pero ¿a costa de qué?”, cuestionó Antonio Pulgar, abogado especialista en derecho ambiental de la ONG FIMA, de Chile. “Poco se habla de los requerimientos de agua” que demanda la extracción de litio, enfatizó.
Para el abogado Santiago Kozicki, parte de la Asamblea Pucara, de Argentina, hay una tendencia a priorizar la idea de generar divisas a costa del daño ambiental y la afectación de modos de vida de comunidades locales. “Los gobiernos enloquecen por tener más plata”, señaló, sin considerar que, como en un espejismo, las regiones explotadas pueden terminar sin ingresos ni recursos naturales que permiten su subsistencia.