Fotos: Freddy Barragán
En plena crisis de combustibles en Bolivia, comunidades del altiplano ven una alternativa en las fuentes de energía sostenible, como la solar. En Huarina, un municipio de La Paz emplazado entre el Lago Titicaca y los nevados de la Cordillera Real, algunas comunidades han conseguido la instalación de paneles solares para reducir sus gastos y aumentar su producción agrícola.
“Yo tengo más de 20 solicitudes para cambio de energía eléctrica a paneles solares”, dice el alcalde de Huarina, Wilson Mamani, parado frente a un panel que se ha instalado recientemente en la comunidad de Icrana, que tiene apenas 240 habitantes. “Nuestro país vive en una crisis económica y nuestros pueblos también, por eso acudimos a otros países para estos proyectos”.
En Icrana, con la energía recibida en este panel solar se bombea agua subterránea hacia un cerro próximo, donde se la almacena en dos gigantescos tanques (con un total de 40.000 litros de capacidad) para utilizarla en el riego de cultivos de papa, habas, cebada, y otros productos. Antes de que el panel fuera instalado los agricultores debían bombear el agua subterránea con motores a gasolina, cuyo costo se ha elevado a Bs 12 por litro; y ahora, peor aún, ya no se lo consigue por la escasez.
Bolivia atraviesa por una crítica escasez de gasolina y diésel que ha provocado filas en los surtidores y advertencias de una crisis alimentaria por la caída en la producción.
Si el combustible no se consigue o está fuera del alcance del bolsillo de pequeños agricultores, simplemente no se cultiva, lo cual provoca inseguridad alimentaria, desempleo, disminución de ingresos económicos, pobreza y migración.

El panel solar fue instalado por la organización Practical Action, como parte de un proyecto que se replica en 10 comunidades del altiplano paceño ubicadas alrededor del lago. El mismo durará hasta el 2027 y cuenta con el financiamiento de € 400 mil, provenientes de EKOenergy ecolabel, Fundación Eurofins, y Killburn & Strode.
Para el caso del sistema instalado en Icrana, se cuenta además con un fondo de apoyo a la elaboración del Plan Nacional de Mitigación de la Autoridad de la Madre Tierra, del programa Euroclima+ financiado por la Unión Europea a través de la Agencia Francesa de Cooperación.
Pero el proyecto también cuenta con la inversión y el esfuerzo de las poblaciones locales, para que estas se apropien de las obras y las mantengan a lo largo de los años. En Icrana, la Alcaldía de Huarina compró los tanques de agua para el almacenamiento, y los comunarios construyeron la caseta de bombeo y cavaron la zanja por donde corre el agua hacia la punta del cerro donde están los tanques.
“En el Altiplano hay mucha sequía y los productores son vulnerables”, dice Shirley Pazos, directora país de Practical Action en Bolivia. “Habiendo tanta agua alrededor del lago, el problema es que se necesita la tecnología para hacer llegar a los cultivos, eso es lo que hacemos con este sistema de bombeo solar”.

Rosalía Yucra, de 45 años, dice que años atrás el clima era más regular, pero ahora las sequías aumentaron. Ella es una de las habitantes de Icrana que celebra, como todos, la llegada del panel solar. Dice que la mitad de sus ingresos se iba en la compra de combustible para bombear el agua subterránea en tiempos de sequía. “Los paneles solares ayudarán a eso, más ahorro y menos esfuerzo”.
Eva Mamani, otra comunaria, de 22 años, señala que en la región se produce una sola vez al año: en la época de lluvia. Cuando ésta cesa ya no se tiene agua para cultivar, o cuesta demasiado comprar el combustible para bombear el agua bajo la tierra. “Con esto se podrá producir dos veces al año”, dijo entusiasmada, consciente de que esto podría darle más alimentos e ingresos, ya que la producción excedente se la vente en Achacachi o en El Alto.