Empecemos con un ejercicio. Ya que estamos tan acostumbrados a pensar la política en términos de izquierda y derecha, dibuje usted una línea recta horizontal en un papel, imagine que sus extremos son los extremos del espectro político y localice en tal línea al personaje político que se le ocurra: en la mitad izquierda estarán los políticos cuya ideología hace que pertenezcan a la “izquierda”, y en la derecha aquellos de “derecha”, y probablemente alguien termine siendo un “centrista”. Este ejercicio es útil para empezar a comprender la localización relativa de las ideas: Fulano puede situarse “a la izquierda” de Sultano, o puede estar “más próximo” a Mengano. Pero es un esquema todavía insuficiente para representar la gran diversidad del pensamiento humano que se ocupa de interpretar la realidad y proponer cómo debemos actuar al respecto.

1: Esquema lineal izquierda-derecha.
David Nolan, político estadounidense, inventó en los años 60 un diagrama que lleva su nombre. Si usted busca en Google “test de Nolan”, encontrará numerosas páginas en Internet que le permitirán responder varias preguntas para localizar su ideología política en un mapa de dos ejes: uno representando las libertades económicas y otro las libertades sociopolíticas. Este mapa permite salir de las restricciones que supone un eje simple de izquierda-derecha y así poder clasificar posiciones políticas con mayor precisión, identificando tendencias que pueden ahora entenderse como autoritarias, libertarias, progresistas, conservadoras o centristas. Y Nolan, por cierto, no fue el único que pensó que la simple dicotomía izquierda-derecha era simplista. Es posible también recurrir a los modelos de Jerry Pournelle o Hans Eysenck, que resultarán también en mapas bidimensionales que expresan una geografía del pensamiento político.

2: Diagrama de Nolan.
Voy a atreverme ahora a proponer otro sistema de mapeo ideológico cuya lógica es la misma. Consiste en dos ejes de coordenadas que representan el grado en que nos posicionamos respecto a dos diferentes dimensiones de la vida en común como sociedad: un eje llamado Dimensión Cognitiva, y el otro será la Dimensión Sensible.
Con Dimensión Cognitiva, me refiero a las funciones intelectuales que permiten percibir e interpretar la realidad, retener información, resolver problemas y producir ideas nuevas. Aquí se valora positivamente no solo los conocimientos, sino también la capacidad de analizar evidencia y de imaginar alternativas. Todo ello necesariamente resulta en la posibilidad de reformular las opiniones propias. Por su parte, la Dimensión Sensible es la dimensión de los estados afectivos y de respuestas emocionales, entendiendo que nuestros estados internos como la alegría, la tristeza o el miedo, influyen en nuestra forma de interpretar y reaccionar ante el mundo. Se puede medir a través de la sensibilidad hacia la belleza, el arte, o cualquier otra manifestación simbólica del mundo interno, así como a través de la capacidad de empatizar con los demás, más allá de un análisis racional.
Si en el eje horizontal de la Dimensión Cognitiva representamos la capacidad de aprendizaje, a la izquierda se sitúan las posiciones caracterizadas por el rechazo al cambio, el pensamiento fijo y la resistencia a nuevas ideas. A la derecha estará quien demuestre curiosidad intelectual, pensamiento crítico y capacidad de revisar las opiniones propias. Por su parte, en el eje vertical se encuentra representada la Dimensión Sensible, y se gradúa la sensibilidad y amplitud de la experiencia emocional. Arriba se sitúan las personas con gran receptividad emocional y empatía, y abajo aquellas con tendencia a la neutralidad, frialdad y ensimismamiento.
Esto resulta en cuatro cuadrantes o “tipos ideológicos”:
- Izquierda – arriba (“Empatía Dogmática”): personas con una cosmovisión cerrada, pero con orientación a la justicia social o el bienestar de grupo, como activistas radicales, religiosos con ética del cuidado o marxistas ortodoxos.
- Derecha – arriba (“Empatía Flexible”): individuos abiertos al conocimiento y con una gran capacidad de ponerse en el lugar del otro, como filósofos humanistas, científicos sociales progresistas, reformistas con sensibilidad ética.
- Izquierda – abajo (“Tribalismo”): personas de pensamiento rígido y poca sensibilidad hacia lo diferente, como fundamentalistas religiosos, nacionalistas o etnocentristas.
- Derecha – abajo (“Individualismo racionalista”): Personas abiertas al conocimiento, pero que priorizan el pragmatismo y la autonomía individual, como fundamentalistas del libre mercado o científicos positivistas.

3: Una nueva propuesta de mapa ideológico.
¿En qué lugar del mapa se situaría usted?
Creo que este nuevo mapa ideológico es mucho más adecuado para evaluarnos a nosotros y a las opciones electorales, considerando el momento en que nos encontramos, atravesado por múltiples crisis cuyo entrelazamiento es simplemente imposible de entender desde las perspectivas del siglo pasado: no es posible ignorar el daño que ha causado la devoción religiosa a cualquier credo, sea cual sea. Vivimos un tiempo en que más que nunca necesitamos de conocimiento actualizado, pensamiento crítico, libertad de información y adaptabilidad a la siempre cambiante realidad. Mientras desperdiciamos nuestro tiempo en debates bizantinos sobre quién es más “zurdo” o más “neoliberal”, las nuevas tecnologías, descubrimientos científicos y autopistas de información reconfiguran el mundo, y la inteligencia artificial promete devorárselo todo. Al contrario, un debate informado tendría que incluir estos nuevos conocimientos como medios para lograr un desarrollo armónico con las capacidades del planeta, para luchar contra el crimen y la corrupción, para producir respuestas creativas a los numerosos problemas que atravesamos y para imaginar futuros posibles.
De la misma forma, es cada vez más evidente que no podemos pensarnos como entes aislados de otras personas o del resto del mundo: ningún “modelo de desarrollo” vale la pena si ocasiona sufrimiento, si separa familias, si silencia al inconforme, si le niega el plato de comida a un niño, si no le duelen los migrantes muertos en el desierto de Sonora y en el mar Mediterráneo, o incluso los animales calcinados en la Amazonía. Habremos fracasado como humanidad si los grandes logros alcanzados hasta ahora no se ponen al servicio de la felicidad y de la capacidad de crear algo que funcione para todas y todos. Importa mucho si la persona que ponemos a cargo entiende el mundo, si es capaz de elaborar y exponer propuestas con claridad y solvencia, si es abierto al debate y la crítica; y también importa mucho si comprende que el éxito de la sociedad está inevitablemente vinculado a su capacidad de permitir que cada individuo prospere y florezca. La política del miedo, la competencia y la acumulación nos ha traído hasta este punto. Ahora es tiempo de la reflexión creativa y la acción consciente.