Colibrí Camping. Foto: A Sol y Sombra
Sentado sobre una madera que hace de banca, con las imponentes montañas paceñas como telón de fondo, Rolando Mendoza, fundador de Colibrí Eco-Lodge & Camping, recuerda cómo todo comenzó hace más de 20 años. Una caminata al río junto a su esposa, Emma Donlan, y sus perros marcaría el inicio de un sueño, aquel que creció con el paso de los años y hoy se convirtió en un refugio que abraza a viajeros, turistas y especies nativas que conviven en equilibrio con el entorno. Además, es una fuente que promueve el turismo sostenible y el bienestar de la comunidad.
Inicios
Cuando Rolando y Emma llegaron a Jupapina, el paisaje era muy distinto. Las casas estaban dispersas, la tierra muy erosionada, escasas plantas, y en el espacio en el que pretendían construir su hogar sólo se vislumbraba una chanchería comunitaria, perteneciente a no más de 60 familias. Pero aún así, ese fue el lugar elegido.
“Al volver de la caminata, en plena subida paramos a descansar, vimos las montañas y nos sorprendió la belleza de este lugar”, cuenta Rolando, y agrega que querían conservar ese espacio sin alterarlo o degradarlo, sin cubrir esa vista y sin dañar el medio ambiente, conservándolo para las futuras generaciones. En ese entonces, aún no sabían que su sueño de un hogar también se convertiría en un camping.
Situado en el pueblo de Jupapina, del municipio de La Paz, Bolivia, Colibrí Camping se ha convertido en un referente del ecoturismo, pues cada rincón del mismo está pensado en minimizar el impacto ambiental. Desde el uso de paneles solares para la iluminación en espacios públicos, cocinar en un horno solar, hasta la recolección de agua de lluvia. Uno de sus mayores orgullos es el baño ecológico, con techo lleno de vegetación, construido con materiales reciclados, y reconocido por turistas extranjeros como “el mejor y más limpio de Sudamérica”.
El molle que crece en la zona, no solo brinda sombra, sino que se convierte en el ingrediente principal de los cócteles de bienvenida con los que la familia Mendoza recibe a sus visitantes. Todo sigue un principio claro: devolverle a la naturaleza lo que ella da.
El nombre no es casualidad. Desde el inicio, decidieron mantener la vegetación nativa, sin talar ni modificar el paisaje. En respuesta, continuaron llegando los colibríes. Pequeños, vibrantes y veloces, fueron ellos quienes, con su presencia, bautizaron el lugar.
“En un principio, la zona estaba llena de lo que se consideraba ‘hierba mala’. Pero decidimos no cortar esas plantas y, en su lugar, las preservamos. Fue entonces cuando descubrimos que esas flores, con sus colores naranjas y amarillos, eran la comida de los colibríes. De alguna forma, los colibríes eran quienes plantaban esos árboles”, expresa Rolando con una sonrisa, y no es para menos, ya que hoy, su emprendimiento es un referente del ecoturismo a nivel Latinoamérica .
Pero, ¿por qué apostar por el turismo sostenible?
En un mundo donde la urbanización avanza a pasos agigantados y los recursos naturales parecen agotarse a gran velocidad, surge ese respiro: el ecoturismo. Este modelo ofrece una alternativa al turismo convencional, alineando el disfrute de la naturaleza con la necesidad de preservarla.
Bolivia, un país con un 40% de la biodiversidad mundial, tiene un potencial importante para el ecoturismo, sin embargo, este patrimonio natural es amenazado por la expansión de actividades extractivas, la deforestación y la falta de políticas de conservación adecuadas.
Según el Ministerio de Medio Ambiente y Agua, Bolivia es uno de los países más biodiversos del planeta, albergando más de 14.000 especies de plantas y alrededor de 1.400 especies de aves. A pesar de ello, el país ha sufrido un aumento alarmante de la deforestación, con la tasa más alta de pérdida de bosques en América del Sur, según un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Este panorama muestra la urgencia de cambiar el modelo de desarrollo.
En este contexto, el ecoturismo ha demostrado ser una alternativa viable para la preservación de los ecosistemas y el desarrollo económico. El modelo propuesto por Colibrí Eco-Lodge Camping es un claro ejemplo de cómo este modelo amigable con la naturaleza puede ser el motor de una transformación social. La actividad turística logró generar fuentes de empleo de los vecinos, mejorar las condiciones de vida de las personas que habitan Jupapina y promover el consumo de productos locales.
“Cuando llegamos al distrito, hace mucho tiempo, lo único que había era una tiendita en la calle 5, que vendía sándwiches de huevo, que lo acompañaba con (un refresco de) papaya Salvietti, lo vendía don Manuel. Y ahora uno ve cuánto ha desarrollado este distrito, es impresionante, y ¿cuál ha sido la bisagra del cambio? El turismo”, enfatiza Rolando Mendoza.
El turismo sostenible no sólo beneficia a los propietarios de los emprendimientos, sino que también genera un impacto directo en la comunidad, ya que los visitantes adquieren productos locales como frutas frescas, verduras, huevos y otros.
En 2003, el macrodistrito de Mallasa reunió a juntas de vecinos, sindicatos agrarios y otros actores para organizar un circuito turístico con el objetivo de atraer más visitantes, y lo consiguieron. Hoy, esa región es un espacio que atrae a gran cantidad de locales y extranjeros cada fin de semana.
Desde que el ecoturismo comenzó a ganar fuerza, su impacto fue tan positivo que, de acuerdo con Mendoza, la desnutrición infantil en la región cayó drásticamente. “Hace unos años, cuando se empezó con el Centro Infantil de Mallasa más del 75% de los niños en la zona sufrían de desnutrición, según datos del Sedeges. Hoy, gracias al ecoturismo, hemos podido cambiar esa realidad y tenemos el 100% de niños bien nutridos”, explica.
Un informe de la Organización Mundial del Turismo (OMT) destaca que el ecoturismo experimentó un crecimiento del 20 % anual a nivel global en los últimos años. En Bolivia, el turismo sostenible también está tomando fuerza, y destinos como Jupapina se han convertido en ejemplos de cómo esta actividad puede transformar la realidad de las comunidades.
Rolando rememora la célebre frase de Van Gogh, “Si realmente amas la naturaleza, encontrarás belleza en todas partes”. Colibrí Ecolodge Camping es un testimonio de que cuando el amor por la naturaleza se convierte en acción, la belleza no solo se encuentra en el paisaje, sino también en el impacto positivo que se genera en las personas y en el planeta.
