Jóvenes indígenas amazónicos mapean su territorio desde la autodeterminación y la ancestralidad

Jóvenes indígenas amazónicos mapean su territorio desde la autodeterminación y la ancestralidad

“Para nosotros es bien importante consolidar las tierras para las generaciones que vienen, la familia que crece, y las personas que necesitan un espacio donde vivir, donde trabajar para comer, y poder vivir tranquilos”. Yolanda Maza es presidenta de los Monitores territoriales indígenas de pueblo moxeño-ignaciano en Beni.

Desde mediados de 2023, ella y otros jóvenes del Territorio Indígena Moxeño Ignaciano (TIMI) participaron en talleres del proyecto “Futuros ancestrales, mapeando la autodeterminación en medio del cambio climático en la Amazonía boliviana”. Una de las generadoras de estos espacios fue Nohely Guzmán Narváez, investigadora boliviana que cursa un doctorado en Geografía en la Universidad de Los Ángeles, California. Su equipo de trabajo está conformado por Lu An Mendez, Michelle De Luna, Ara Goudsmit y Simón Muiba.

En una entrevista en La Paz la pasada semana, Guzmán contó a La Nube más de esta iniciativa que combina la tradición oral y el uso de mapas. “Es un proyecto bien bonito porque integra varios componentes. Lo estamos haciendo con el territorio indígena moxeño-ignaciano y hay un montón de historias inspiradoras”. En las narrativas oficiales, cuenta, el TIMI ha sido absorbido por el área urbana y el pueblo de San Ignacio de Moxos, pero es interesante pensar cómo el territorio y las personas no renuncian y no se han alejado de su territorio ancestral.

Nosotras quisimos trabajar con el TIMI porque creemos que su historia de lucha por la recuperación territorial es una de las más inspiradoras para los pueblos indígenas de Amazonía en Bolivia y el mundo. De 500 hectáreas en 500 hectáreas, ellos están recuperando y titulando a favor de su territorio, tierra que siempre fue suya, porque sus ancestros la habitaron y cuidaron desde hace aproximadamente 10.000 años.

Nohely Guzmán Narváez, investigadora.

Por eso, una de las preguntas que surgió es ¿cuál es el futuro de la ancestralidad? Desde su mirada, la ancestralidad —por más que suene descabellado— sí tiene un futuro y cambia. Comenta que en el caso de los jóvenes, por más que ellos estudien carreras o idiomas “occidentalizados” no significa que estén renunciando a su ancestralidad.

Territorios como espacios ancestrales

Una forma de retomar esta discusión es empezar a pensar los territorios como espacios ancestrales y no solo como lo que las instituciones le reconocen a los pueblos indígenas en el caso de las titulaciones. La Marcha Indígena por el Territorio y la Dignidad de 1990 —en la que miembros del TIMI, entre otros, fueron protagonistas activos— tuvo como logros el reconocimiento estatal de la existencia de los pueblos indígenas, “y supo exigir el reconocimiento del derecho propietario sobre sus territorios ancestrales”, procesos largamente acompañados por instituciones con años de trabajo en la región como CEJIS y CIPCA.

Pero Guzmán observa que ni siquiera esos bien ganados reconocimientos son suficientes para la magnitud de lo que merecen estos pueblos por derecho propio. “El Estado te reconoce unas pequeñas migajitas de lo que es verdaderamente tu territorio, pero también de lo que utilizas de ese territorio”, reflexiona.

Al hablar con esta investigadora es imposible no recordar al “Chapaco alzao” de Oscar Alfaro:

La tierra es del hombre como es de los pájaros,
¿o acaso a la tierra la han hecho los ricos?
¿Quién es el que pone linderos al aire?
¿Y quién se hace dueño del agua del río?
Y como no hay dueños pal aire ni el agua,
tampoco hay patrones pal suelo que piso.

Guzmán explica que el Estado en los últimos 100 años, por poner una cifra, ha impuesto en el imaginario colectivo la idea de las fronteras, pero que desde la mirada de lo indígena esto es incompatible. “Creo que ancestralmente los pueblos pensaban en zonas de encuentro, zonas de convergencia”.

¿Qué significa la tradición oral en este proyecto? Para ello lo es todo, especialmente en la Amazonía. “Es súper valiosa, porque los jóvenes van aprendiendo de los abuelos y viendo qué se hace, cómo se vive, dónde vivían antes, con quiénes se relacionaban, cómo era la relación entre pueblos”, responde Guzmán.

Con este proyecto, más allá de los ejercicios y las dinámicas grupales, los habitantes de este territorio buscan re-imaginar los límites de su territorio en los hechos y fortalecer esfuerzos en constante construcción por instituciones como Cejis, afirma Guzmán. Se trata, dice, de una reapropiación territorial hectárea por hectárea. Y es por eso también que ella optó por acercarse a este grupo de personas, porque históricamente han ido trabajando en la recuperación de su territorio y esta es una oportunidad para materializar esos sueños.

En mi comunidad, cuando comenzaron a hacer el saneamiento, no habían personas que sepan sacar un punto, que sepan lo que es un polígono. Los antiguos sabían bien donde estaban los mojones, pero faltaba eso, y ahora ya lo estamos haciendo. Mi sueño es que se sientan seguros en las comunidades, que sepan que estamos defendiendo, que estamos haciendo el mejor trabajo que podemos, por amor a nuestro territorio como monitores territoriales indígenas.

Yolanda Maza, indígena moxeño-ignaciana.

A mediados de 2025, coincidentemente con el Bicentenario de Bolivia, se prevé tener el producto final de los talleres. Será una plataforma digital con los mapas armados desde la perspectiva de estos jóvenes. “Va a ser un mapa que va a atenuar las fronteras de los territorios y mostrará las continuidades más allá de las fragmentaciones, de las divisiones”, finaliza Guzmán.

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