Foto de portada: MMAyA, Planta de Puchukollo
Bolivia necesita tener una visión a largo plazo, de 20 o incluso 50 años a futuro, para planificar sus sistemas de provisión y tratamiento de agua, según dos expertos en la materia invitados por la Embajada de Estados Unidos. Los especialistas conversaron hoy con un grupo de periodistas y aseguraron que la planificación, así como la aplicación de leyes y la transparencia hacia la población, son pilares esenciales para asegurar un futuro sostenible.
El ingeniero ambiental Matthew Kennedy señaló que «Bolivia requiere planes de 20, 30 años, para llegar a donde quiere estar». En este sentido se deben identificar los problemas a resolver, las acciones necesarias para ello, priorizarlas en función a su importancia, urgencia, y recursos disponibles, y evaluar los costos necesarios y las fuentes de financiamiento.
Su compañero, James Rigby, especialista en la hidrología de cuencas y geofísica, acotó que el enfoque de estos planes debe contemplar con la participación integral y conjunta de todos los niveles del Estado, así como el involucramiento de la población en sí. «Es difícil crear un sistema sostenible de forma aislada, debe haber una visión de largo plazo, 30 o 50 años, para realizarlo».
Leyes con «dientes»
Bolivia se caracteriza por contar con un marco normativo bastante amplio que en teoría debería ser efectivo, pero muchas de estas leyes no se cumplen, ni siquiera lo hacen las mismas autoridades. Kennedy resaltó que esto es una piedra en el zapato que no permitirá llegar lejos. En su criterio, hay que tener «dientes» en las leyes; es decir medidas coercitivas para su implementación.
Asimismo, el tema de tarifas por el uso de agua potable quizás deba ser revisado, para concienciar a la población sobre el uso eficiente. «Las tarifas deben estar acorde a la idea de que el agua es un recurso finito. Elevarlas en función al uso», dijo Kennedy.
Transparencia para avanzar
Por último, otra de las ideas señaladas por los expertos en sistemas de agua fue la importancia del acceso a la información y la transparencia. Ésta puede plasmarse en «reportes de confianza al consumidor», que contengan información sobre los elementos presentes en el agua potable de una determinada región, o alertas de contaminantes para que la gente tome sus previsiones al momento de consumirla.
«La transparencia ayuda a encontrar mejores soluciones, pero esto es una cosa que debe ser impulsada por la acción social», acotó Rigby.