Tik Tok más allá del challenge

El reloj marcaba la 1 de la madrugada del 21 de agosto del año pasado, y TikTok se frenaba ante la indignación. Los miles de usuarios conectados en esta plataforma sólo tendrían que ver 14 segundos de video; donde una niña, que aún no cursaba la adolescencia, bailaba un challenge. No fue el movimiento de su pequeño cuerpo lo que llamó la atención en esta red social. ¡No!, fue lo que estaba detrás de ella; justo a unos pasos del celular que la grababa, en la cama que compartía con su hermana de 11 años.

El video de la niña se viralizó inmediatamente. Traspasando continentes y sorprendiendo a la comunidad TikToker. A las pocas horas, el vídeo resonaba en usuarios de Asia, Europa y Latinoamérica, que, al unísono, exigían tomar medidas inmediatas.

La pausa en la comunidad era inminente después de ver el video, pues no sólo reflejaba el baile causal de una niña que seguía el ritmo de una canción de moda, sino, era el llamado de auxilio hacia los usuarios invisibles, de un suceso inevitable: un abuso sexual.

Clara (nombre ficticio), con temor en el rostro y manos frías por el miedo, mientras bailaba, dirigía tímidamente la cámara de su celular a la cama donde se encontraba él; un hombre de 61 años que aparentemente abrazaba a su hermanita debajo de aquella manta de color blanco. Aquel hombre, al notar que el celular lo señalaba, le exigió a Clara que dejase de “tomarle fotos”.

En cuestión de horas TikTok pasó de ser una red social de entretenimiento, a convertirse en un centro de investigación en el que activistas mujeres triangulaban la ubicación de la casa de las menores, y, así, dar con el paradero del sujeto.

A las 4 de la madrugada, por el esfuerzo de la comunidad TikTokera, ya se sabía que el suceso había ocurrido en una comuna de Santiago, en Chile. Mientras la luna despejaba las nubes negras del cielo y empezaba a iluminar las calles que apuntaban a la puerta de la casa; el silencio de la madrugada se rompía con el grito de un grupo de mujeres que aguardaban con ahínco a que salga el abuelo abusador y responda ante la justicia. A su vez, otro grupo de mujeres hacían levantar de la cama a policías y servidores de la Defensoría de la Niñez.

Ya habían transcurrido seis horas desde que el video se hiciera viral. A son de reclamos y espera de justicia, los vecinos de Santiago guardaban vigilia, no hubo protector facial ni barbijo que pudiese esconder su indignación. A los pocos minutos, miembros de la policía se hacían espacio ante las protestas de la comuna para llegar a la vivienda del hombre que decía proteger a sus nietas y, ahora, saldría esposado de su vivienda rumbo a la comisaría.

Aquel día muchos usuarios de TikTok, sin siquiera conocerse, crearon un vínculo de compromiso y justicia que los hizo mantenerse despiertos toda la madrugada, pasando del entretenimiento a la indagación. Las risas se transformaron en acción para salvar la vida de dos menores, desconocidas para muchos; pero, que, en adelante, su caso marcaría un antes y un después en la comunidad TikToker respecto al manejo mainstream de está aplicación, desafiando, así, el actuar convencional y burócrata de los gobiernos que pretenden detener el abuso sexual e impartir justicia. Clara y su hermana se convertirían para muchos, en la esperanza de unión y mensaje de alerta a los videos que rondan en la plataforma. Se convertirían en nuestras hermanas.

Aquel día, un video de TikTok, entre los miles que navegan esa red social, sumado a la voluntad de cientos de mujeres activistas, salvó la vida de dos niñas, de las manos de Juan C., su abuelo de 61 años, en la comuna de Santiago en Chile.

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