Enseñar en tiempos de desmotivación

¿Alguna vez les ha pasado que reconocen una enfermedad porque ya han tenido los síntomas? Seguramente a la mayoría les pasó con el Covid:

-¿La comida no te sabe igual? ¿Tienes taquicardia? ¿Te enfermaste del estómago?

– ¡Sí!

– Es Covid, estoy segura, porque a mí me pasó igual.

Esa certeza de conocer la enfermedad por experiencia en carne propia, eso me está pasando, pero con la desmotivación.

Como estudiante… Varias veces a la semana me hago la pregunta: ¿Para qué estudiar?. Si eso no me asegura conseguir un trabajo en el futuro. Tampoco me llena. A veces pareciera que ir a estudiar significa sólo ocupar un asiento o, en el caso de clases virtuales, un gasto de Internet. Podría usar esas megas en algo que me haga más feliz, como ver videos o chatear. Podría usar ese tiempo en hacer algo divertido o en comer. Cualquier cosa parece mejor que escuchar a una persona a quien no considero mejor que yo. De hecho, sé más que esa persona respecto a tecnología y uso del Zoom. Me visto mejor ella, soy más joven que ella y tengo más vida, horas de vida que desperdicio escuchándola. Lo peor es que pagamos por la educación (no es barata). Le pago a esa profesora para aburrirme. ¿Para qué? No le encuentro sentido.

Como docente…Me gusta enseñar. Lo digo en el sentido más auténtico de la palabra, que mis estudiantes aprendan el conocimiento al que yo les expongo. Deseo ser una facilitadora; un modelo; confidente, si es necesario; todo, con el objetivo de que ellos aprendan. Porque creo en el valor de lo que imparto. Creo que es útil para ellos, tal vez no ahora, pero en el futuro lo será, lo creo. Creo en mi trabajo.

Por eso me preocupa cuando veo los síntomas. Cero preguntas, ojos distraídos, manos tratando de esconder que están chateando mientras yo expongo el punto más interesante del tema que planeé por días. Es tan evidente su “enfermedad” que lo noto incluso en su modo de vestir, la apariencia de sus ojos y la condición de sus cuadernos. Están enfermos de desmotivación. Lo sé porque yo también lo ¿estuve? En realidad, lo estoy.

Pasa que en este momento de mi vida yo soy ambos, estudiante y docente. Y no sé qué hacer ante la enfermedad que nos ha llegado a todos.

Tras varias noches de insomnio pensando en soluciones, hice una comparación de daños. Mi desmotivación como estudiante afecta a una sola persona, a mí. Mi desmotivación como maestra podría afectar a una veintena de personas, terminando de matar su motivación. Entonces, decidí volver lo complicado de mi posición estudiante/docente en una oportunidad para ser empática. Voy a ser esa profesora que desearía tener.

Incluso si tú no estás en mi posición estudiante/docente, te invito a practicar la empatía. Todos estamos mal, todos nos sentimos mal a veces (gran parte del tiempo). Es una parte de la pandemia que aún no acaba. Es más, recién comienza. Por eso te invito a ser esa persona profesional que quisieras tener en tu vida, que sume. Seas maestra, abogada, periodista, ingeniera o cualquier profesión. Paremos la ola de desmotivación, antes de que llegue la ola de depresión.

Si te gustó este contenido compártelo en: 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *