El suicidio, ¿lo más fácil?

Suicidio

Cuando tenía 21 años un amigo mío intentó suicidarse. Han pasado 9 años y me acabo de enterar, lo supe en una conversación casual, en plena pandemia, cuando la soledad hacia aflorar los recuerdos y los sentimientos flotaban en el aire. No pude evitar hacer la pregunta más obvia del mundo: ¿Por qué? y él me respondió sin dudar un solo instante: “Parecía lo más fácil”.

Mayo se tiñó desde sus inicios por noticias de suicidio, desde aquellas que se trataron de pintar con romanticismo, como los casos aún en investigación de Sarah Arauco y Dagner Rojas en Santa Cruz, quienes cayeron del 12vo piso de un edificio o de unos jóvenes de entre 20 y 25 años en la ciudad de La Paz, que terminaron con su vida al caer del puente de Las Américas, hasta la vergonzosa carta del asesino de Yessie Huanca, quien no halló otra salida después de tan horrendo crimen, más que acabar con su vida.

En la literatura y el cine, el suicidio se ha tratado constantemente desde diversos enfoques, sin embargo, el tema no ha dejado de ser siempre fascinante. Desde la obra maestra de Shakespeare, Romeo y Julieta, hasta la producción juvenil de Netflix, 13th reasons why, se han explorado distintos métodos y motivos; y aunque las historias de suicidio no dejan de cautivar el morbo y la atención de la gente, la verdad, es que este es un problema realmente serio.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud del 2018, cada 40 segundos una persona se quita la vida y por cada deceso (a nivel global), existen 20 intentos de suicidio, haciendo un aproximado terrorífico de 800.000 personas que cortan su vida anualmente en todo el planeta (OMS, 2018). Pero, ¿Cuál es el panorama en Bolivia? Lastimosamente nos encontramos encabezando estas listas, formando parte del grupo de los 15 países con más suicidios del mundo, y ocupando un penoso tercer lugar entre aquellas naciones con el índice de suicidio más alto entre los 5 y 14 años.

Y si bien, durante mucho tiempo, los hombres han sido los que lideraban estas listas, durante la pandemia se ha visto un alarmante incremento de suicidios femeninos (¡cómo si los feminicidios no fuesen suficientes!). Los motivos son varios, comunes a los que aquejan a los varones, pero en este caso, con la particularidad de ser también provocados por la cercanía y el encierro prolongado con sus abusadores (padres, hermanos, tíos, vecinos, etc.)

Sin embargo, no todo está perdido, en Bolivia la Fundación Nuevas Ideas inició el año 2020, el programa Tu vida vale, hablemos de suicidio; en el mundo, existen diversas iniciativas de apoyo y tratamiento para aquellas personas que intentan optar por este camino. Mientras realizaba esta nota, encontré entre mucha tristeza un pequeño rayo de esperanza, pues la Policía boliviana evitó en las últimas semanas que una joven madre, en un caso y un muchacho en el otro, se quitaran la vida. Pensando en ello regresó a esa conversación de pandemia:

  • ¿Por qué? – le dije tontamente.
  • Parecía lo más fácil – respondió él al instante.
  • Y ¿no lo fue? – dije, sintiéndome una completa tarada.
  • Bueno, lo más fácil no siempre es la mejor opción.

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