De ilusiones deportivas a crisis emocionales

Es común ver como entre los simples mortales surge, cada cierto tiempo, una ilusión que permite que cualquier persona olvide los problemas sociales, económicos y hasta bélicos para vivir minutos de cierta pasión que termina, casi siempre, en una triste desilusión.

El fútbol, ya sea con una competición internacional de clubes o incluso con la propia selección nacional, en cualquiera de sus categorías, genera entre los bolivianos un sentimiento común de unión, alegría, compañerismo y un sinfín de sentimientos positivos que terminan 90 minutos después y son reemplazados por el fracaso. Dicho fracaso genera crisis emocionales para cada uno de los fanáticos que asumen el deporte como propio, poniendo, como se conoce en el argot popular, alma, vida y corazón así no se encuentren en el campo de juego.

Pero este efecto no solo se limita al fútbol, sino también a otros deportes como el tenis, atletismo, ciclismo y muchos otros, que permiten al boliviano ilusionarse y competir junto al deportista en cualquier campo que sea invitado.

Bolivia adora a sus deportistas y la decepción que generan, habitualmente, es olvidada casi de inmediato para ilusionarnos nuevamente en unos días más.

Una canción del grupo boliviano Maldita Jaqueca resalta en la letra la frase: “Jugamos como nunca perdimos como siempre, ganar experiencia es suficiente”, y parece que es suficiente porque nuestra “memoria colectiva selectiva” nos hace olvidar fácilmente errores y colerones, pero qué podemos hacer, total que lindo es el deporte ¿no ve?

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