Lo que el Wrestling nos enseña sobre el análisis del discurso

Así viví mi primera sangrienta Cámara de Eliminación el año 2003. Se agarraron a puñetazo limpio Shawn Michaels, Triple H, Chris Jericho, Goldberg, Randy Orto y Kevin Nash; quizá poco hayas escuchado de alguno de ellos si lo tuyo no son las hemerotecas y eventos registrados a baja calidad de principios del siglo XXI. Pero para una generación entera, quizá dos incluyendo la mía, una generación que está al borde del desgaste a modo de mofa, encuadrar en un mismo evento a estos nombres era a poca vista algo maravilloso. Iban a ponerlos en una jaula y solo podría haber un solo ganador. Apenas contaba con 6 años y la violencia se plasmó en mi memoria como esas preciosas tilmas religiosa: saltos acrobáticos, destrucción de vidrios plastificados con el cuerpo de los luchadores, sangre a borbotones, paredes de hierro y cadenas encerrando a los gladiadores. Eso era una Cámara de Eliminación, de los más exóticos y creativos eventos de lucha de la World Wrestling Entertaiment (WWE).

“Entertaiment”, cuidemos bastante esta palabra y recordémosla porque vienen otras. El escéptico comienza su crítica a la WWE: “es una mentira”, “no es real”, “tengo varios videos que muestran que no son peleas verdaderas”. Sin duda no es verdad, cada lucha es guionizada y planificada, a veces con repentinos cambios para evitar filtraciones. Defensores de la WWE, acérrimos fanáticos, la tienen bastante clara y diferencian muy bien dos conceptos fundamentales: realidad y verdad.

(Internet)

Pero, ¿qué tiene que ver el análisis del discurso con la lucha libre? Por el juego de la ficción sobre una realidad. Aparecen conceptos como verdad, mentira, legitimidad y representatividad. Trabajemos más estas categorías de análisis. Que una cosa sea falsa no determina su influencia y consecuencia sobre la realidad, puesto que lo falso solo se enfrenta de manera dialéctica a lo verdadero, mas no a lo legítimo ni lo real. La WWE es un entretenimiento en tiempo real guiado por una narrativa que le otorga la posición de falsedad, lo que le arrebata de toda veracidad en cuanto al planteamiento, pero no en a las consecuencias implícitas. Es decir, es una ficción con efectos reales. Como en el circo, al cometer acciones de alto riesgo y extremas la vida del realizador del acto está en peligro, detrás hay una coordinación ficticia, en el que todo responde a un guion y ensayo, pero esto no significa que si algo sale mal no haya consecuencias reales sobre el cuerpo, la salud o la vida de los implicados.

Una ficción, una falsedad, una mentira probablemente —dentro del discurso—, no tiene la intención de enfrentarse a lo verdadero, solo busca la legitimación para ser vista como una verdad aceptada lo que afecta a la realidad social, pues es un efecto real. Como en el Wrestling, la idea del discurso mismo es la de la influencia y legitimización, siendo estos últimos los objetivos esenciales. Esto sí observamos al discurso no solo como el simple mensaje de un político a un público; sino como una complejidad comunicacional en donde se hacen funcionales los sentidos de pertenencia y representatividad.

El Wrestling plantea implícitamente en sus peleas guionizadas otras herramientas narrativas, como la búsqueda de un problema o crisis, mayormente emocionales para los luchares: una traición, un suceso personal, una enemistad que va creciendo de manera progresiva. Con todo un contexto de por medio, se crean expectativas para la pelea entre los gladiadores protagonistas de estas metanarrativas. El público se polariza, unos creen en el luchador A y otros en el luchador B. El espectador sabe en gran medida que este es un drama de guion, pero la idea de que sea para “entretener” merma la importancia de que todo sea verdad o ficticio, ellos quieren ver el show preparado.

A esta idea en torno a la que se manejan herramientas discursivas en el ámbito político, se la denomina «evento crisis”. Es exactamente igual a su manejo en el Wrestling. La polarización del público parte de que el discurso muestra, de acuerdo a un contexto, una crisis sobre la sociedad, puede ser lo antidemocrático, puede ser efectos negativos en la economía o en la justicia. El enunciador expone estas crisis y por supuesto culpa al oponente, posicionándose así mismo, junto a su proceso político, como la respuesta que solucionará el problema: a esto se lo denomina “ethos”. Y al contener tramas románticas que apelen a las emociones del público, y de esta manera buscar influencia y respaldo, se lo denomina “pathos”. Son herramientas discursivas importantes para analizar cualquier discurso, su posición y sus objetivos.

Retrocedamos un poco. En un breve resumen, el Wrestling es una ficción planificada por un guion que se expone como verdadera, pero que aunque carezca de veracidad, sí posee implicancias y peligros reales. El discurso lo es también. Es una ficción porque es un mensaje planificado que se presenta como verdad, una absoluta muchas veces, y que pretende ser legitimada por un colectivo social, lo que le otorga resultados reales. Es eso, la ficción sobre la realidad. Y ojo, al utilizar la categoría de ficción no se la trata solamente como una falsedad, sino como una prolongación y alteración de lo que puede ser verídico para influir sobre la realidad misma.

En esta parte entra el espectador. Sin duda hay quienes ciegamente pueden creer en el mensaje de un líder político. No les interesa conocer la verdad o la mentira, solo soportar y seguir las palabras del enunciador. En el Wrestling, gran parte de los espectadores saben que les presentan una lucha predestinada; es entretenimiento y solo eso. La WWE tiene un público masivo que ya le otorga esa legitimidad y continúa consumiendo sus productos. Ya no importa si es ficción y verdad. Pero, obviamente hay quienes están en contra de esta idea de “mentira” y juzgan al Wrestling de ser una estafa. No legitiman el mensaje ni mucho menos que sea un entretenimiento que se “expone” como real. De la misma manera está la contraparte en el discurso. No todos van a creer en el mensaje del político, y van a tacharlo como una vil mentira, cada palabra es falsa.

Esta relación entre lo que es verdad, cosa muy compleja de identificar por cierto, la ficción y su trabajo sobre la realidad, así como los intentos de legitimación, son parte directa del análisis del discurso. El Wrestling, dentro la opinión pública que le concierne debatir sobre la ontología de la lucha libre, contiene cada uno de estos aspectos. La sangre, los golpes con sillas, la destrucción de mesas, las caídas de varios metros de altura, son representaciones que tienen una intención de respaldar el mensaje como verdadero, aunque exista la predestinación del resultado. Pero, así como en el mundo de entretenimiento extremo, al discurso ya no le interesa identificar la verdad en sí o la falsedad, sino estos mecanismos discursivos que están presentes para desacreditar o legitimar el mensaje que se pretende mostrar.

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