QUE ARDA EL SISTEMA, NO LOS VELOS

¿Dónde nacen y hacia donde van los conflictos en Iran?

La escalada de violencia en las manifestaciones que se llevan a cabo durante los últimos días en la República Islámica de Irán, ha alcanzado toques de violencia inesperados, dejando hasta el momento en el que se realiza esta nota, un saldo de 75 muertos, 1.200 detenidos y varios heridos (Swissinfo.ch) entre hombres y mujeres.

Pero, ¿dónde inicia el conflicto? Rastrear los orígenes de este episodio turbulento que se desarrolla actualmente en Irán, requiere retroceder hasta los inicios de la misma Republica en 1979, momento en el cual se instaura el código de vestimenta. La institución encargada de hacer respetar esta ley es la policía islámica, también conocida como las patrullas de orientación o la policía de la moral. Los agentes pertenecientes a este grupo, son personas vestidas de civil que se encuentran dispersas por toda la ciudad y que tienen el poder de detener a las mujeres si consideran que enseñan demasiado el cabello, usan ropa muy corta o ajustada o posee maquillaje excesivo. Los castigos por violar estas reglas incluyen la detención, multas, prisión y flagelación (BBC)

Esta patrulla está además, encargada de hacer respetar el código de vestimenta no solamente a las personas que viven en el país sino también a las turistas, por lo cual, antes de viajar a este lugar uno debe conocer el código, el cual, básicamente consiste en llevar de manera obligatoria un pañuelo en la cabeza, conocido bajo el nombre de hijab, pantalones y camisas largas que tapen los brazos y las piernas y que no se ciñan al cuerpo. A pesar de que el Corán no menciona explícitamente el uso de esta manera de vestir, el hijab es solo uno de los atuendos que se usan en el islamismo. Entre los más conocidos están la burka, que cumbre todo el cuerpo y posee una malla semi transparente a la altura de los ojos, la niqab que cubre todo el cuerpo y solo deja una rendija para los ojos, el hijab que es una bufanda corta que cubre el pelo y que puede estar ajustada al rostro cubriendo incluso el cuello o caso contrario deja que se aprecien algunos mechones de cabello en la parte delantera del rostro y no tapa el cuello, existen otros como el chador, al-amira, shayla, etc.

Desde 2014 las mujeres iranies comenzaron a rebelarse contra esta ley en diversas campañas, las cuales lastimosamente se han ido diluyendo en el tiempo. Quienes han liderado estos movimientos, lo hacen en su mayoría desde fuera del país, con acciones como “Free Hearts, Free Minds” en Canadá que es dirigida por una ex musulmana, pues para una mujer, dentro del territorio de Irán, ser activista en este tema puntual es muy complicado. Como muestra de ello, está el caso de Nasrim Sotoudeh, una abogada activista que fue detenida tras realizar acciones callejeras en contra del código de vestimenta y que hoy cumple una sentencia de 38 años y 148 latigazos. Más recientemente, los disturbios que siguieron al deceso de Mahsa Amini, la joven de 22 años que murió mientras estaba bajo custodia por la policía moral por no usar correctamente el hijab, han dejado innumerables muertes como la de Hadis Najafi, de 20 años quien fue asesinada a tiros durante las protestas en la ciudad de Karaj, cerca de Teherán y quien era conocida por realizar actos de protesta con toques artísticos en redes sociales.

Parece ser que esta vez las protestas han subido de tono y no se detendrán fácilmente, ya son varios días que el conflicto se desarrolla en diversos puntos del país y no son solo las mujeres las que se manifiestan si no también hombres los que se suman a esta causa y denuncian los abusos que comete la policía de la moral. El conflicto que se vive hoy en devela además la molestia de la población contra el gobierno actual, la crisis económica y otros aspectos sociales, como el recorte de los subsidios a los alimentos, que provocó que los precios de varios productos básicos a base de harina se dispararan un 300%, han llevado a algunos analistas a consideran que estas manifestaciones contra el hijab son solo un pretexto que permite a la población reclamar contra un contexto caótico mucho mayor. Las calles han sido tomadas, pero también las expresiones mediante las redes sociales han marcado acciones de rebeldía y cansancio, Circulan videos de mujeres cortándose el cabello, montando bicicleta (prohibido en Irán a las mujeres) o caminando en las calles sin el velo. Lastimosamente, mediante una conexión con CNN una mujer musulmana que vive en Brasil actualmente, ha denunciado el corte de internet y redes sociales en Irán. Algunos medios de prensa se han visto limitados al momento de verificar la cantidad de heridos y muertos y, sin embargo, la represión continua, así como la lucha.

Al iniciar este artículo tenía una idea errada, creía que las mujeres musulmanas de todo el mundo debían dejar de usar estas vestimentas en sus diversas presentaciones de una vez por todas, pues atentaban contra su libertad. No podía estar más errada, pues en la investigación para este texto, he descubierto diversos relatos de mujeres que se sienten conformes con el uso de la vestimenta islámica, ya sea la burka, el hijab, etc. pues encuentran en estas ropas muchos elementos favorables de los cuales quiero destacar principalmente dos. Por una parte, sienten que estas prendas forman parte de su identidad, una identidad que además se rebela ante la hegemonía mundial de la vestimenta de occidente y las permite reafirmarse en el mundo desde su religión y sus creencias, Por otra parte, entienden que esta vestimenta neutraliza las características netamente físicas de una mujer, como las curvas, y que, al hacer esto, pueden ser oídas y respetadas dentro del ámbito masculino, sin sentirse observadas o violentadas con las miradas o los comentarios relacionados a sus cuerpos. Entender esto, cambia todo.

Al finalizar este artículo, en estas últimas líneas, estoy convencida de que la lucha va por otra parte. No se trata de luchar contra una vestimenta o contra un trozo de tela. Se trata de pelear por la libertad, por el derecho a elegir, de que cada mujer pueda decidir libremente llevar estas prendas o dejarlas el momento que les plazca sin que esto signifique poner en riesgo sus vidas. Se trata de vivir en un país donde una mujer puede ir por la calle con velo y otra sin él, juntas y sin miedo. Esta lucha no es contra un velo, es contra un sistema que oprime y mata las vidas y los sueños de muchas mujeres.

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