La vocación de educar pese a las barreras, la virtualidad y la crisis educativa

La vocación de educar pese a las barreras, la virtualidad y la crisis educativa

“Enseñar es una vocación” es una de las frases más comunes que se escuchan para definir la profesión del maestro. Y es que algunos dan rienda suelta a la creatividad, el arte y el despertar de los sentidos para captar la atención de sus estudiantes y transmitir el conocimiento. Sin embargo, el reto crece cuando se tienen aulas que superan los 40 estudiantes, en pupitres que casi se sostienen con ladrillos o sin un enchufe disponible. A esto se suma una currícula que no está adecuada para los desafíos de la vuelta a la presencialidad y una crisis económica en el sector que genera preocupación entre los maestros.

Este 6 de junio se recuerda el Día del Maestro en Bolivia en conmemoración a Modesto Omiste, quien nació el 6 de junio de 1840 en Potosí. Se considera como “el padre de la educación de Bolivia” por su implementación de la pedagogía y la didáctica a la hora de enseñar.

Su entrega es recordada por miles de profesores que día a día se dedican a esta profesión como la maestra Norma Barrón, quien tiene 48 años como educadora de la materia de Química y de educación especial. Por sus aulas pasaron cientos de estudiantes a quienes debía inculcar la materia de un modo que pueda agradar en la mayor medida posible.

“Ser maestro es una vocación. Yo lleno mi pizarra de colores para que entiendan y aprendan la Química, porque no a todos les gusta. Y es que tampoco se trata sólo de enseñar la materia, sino también es una cuestión de valores, moral y afectividad. Jugando y jugando uno aprende y ese es el esmero de un profesor”, indica Barrón.

La profesora reconoce el gran reto que supuso la educación virtual, pero ahora imagine que no tiene la posibilidad de ver o escuchar. Es así que la distancia fue más amplia para los maestros de la educación especial que no podía estar frente a frente con el estudiante que tiene algún tipo de discapacidad, adecuarse fue un reto para ellos, así lo contó Deisy Ucieda, quien es educadora intérprete y trabaja con estudiantes sordos que luego son incluidos en la educación regular.

Ella ejerce en Punata, un municipio del valle alto de Cochabamba donde no todos tienen un óptimo acceso a Internet. “Mi inquietud comenzó porque necesitaba seguir en contacto con ellos. Como ellos pasan clases de manera regular, requerían apoyo para la virtualidad. Me grabé video para explicarles desde el uso del Zoom y ya luego pasábamos clases los lunes, miércoles y viernes con combos de Internet”, contó.

El principal apoyo que requerían era en Matemáticas y Lenguaje, por lo que elaboraba un plan que evitaba que se retrasen en el avance con relación a sus compañeros. Este compromiso es altamente valorado por los estudiantes que no dudan en ser bastante meticulosos con sus profesores.

Sin embargo, pese a los esfuerzos, las lagunas que dejó la virtualidad fueron inevitables. El retorno a la presencialidad ha provocado que muchos profesores tuvieran que modificar su currículo, como cuenta Barrón.

“Tenemos que nivelar en todas las materias, no es óptimo, estamos retrocediendo. Hemos perdido tiempo en la educación virtual. Los chicos han anotado, repetido y se han conectado, pero se les toma un examen y no logran resolverlo con las exigencias esperadas. Hemos hecho ajustes, pero tampoco hay soluciones desde las cabezas”, agregó la profesora.

Maestros en sui día. Foto: Mauricio Rocabado.

Las profesoras coinciden en que se debería revisar la currícula, pero esto es algo que terminaron haciendo por su propia cuenta y no así a nivel departamental o nacional. “No se logra acabar con el avance programado”, indica Barrón y esto debido a que se debe volver algunos temas en los que se encuentran con vacíos los estudiantes. “Se necesitan mallas curriculares actualizadas. Como Federación de Maestros a nivel nacional, hemos presentado una malla actualizada al Ministerio de Educación, pero creo que terminó en el basurero”, lamenta la dirigente. 

A esto se suma que el retorno a la presencialidad supone un verdadero riesgo para la salud en muchas unidades educativas, pues las condiciones de bioseguridad no son óptimas.

“No hay quienes se hagan responsables de la bioseguridad e higiene. La Alcaldía y las instituciones nos dicen que hagamos carta y que nos pueden dar, pero demoran tanto que al final los padres y profesores, con las cuotitas, estamos paliando la situación”, indica Barrón.

En una visita realizada a escuelas de la zona sur de Cochabamba, en el límite con Santiváñez, se evidencia escuelas que no tienen agua para el lavado de manos, otras tienen más de 40 estudiantes, cuando lo óptimo es tener aproximadamente 25, y en algunos casos los escolares no se quieren poner cubrebocas.

Los cursos están con el 100 por ciento de estudiantes y para evitar el hacinamiento, lo que se necesita es tener más ítems. Según Barrón, quien fue dirigente del Magisterio Urbano de Cochabamba, sólo en este departamento se tiene un déficit de aproximadamente 1.800 a 2.000 ítems. Además de un déficit de más de 17 mil profesores a nivel nacional, según datos de la Federación de Maestros de Bolivia.

Los padres, a veces, deben cubrir los salarios para contratar maestros de ciertas materias, pues el Estado no los otorga.

Con más profesores se podría hacer el desdoble de cursos y brindar mayor calidad educativa, pues sería más personalizada y segura en el tema de salud. “No se puede con tanto alumnado y necesitan personalización, pero con tan pocos profesores, no se puede”, agregó Barrón.

Finalmente está el tema económico. Luego de conseguir el escalafón, los profesores ahora ven con preocupación el hecho de que no se están respetando las horas de ingreso y hay cierto caos en la otorgación de ítems. “Hay profesores nuevos que ganan lo mismo que uno que tiene 30 años de trabajo y eso es por las horas que les dan”, indica la dirigente.

Los actos por el Día del Maestro en Cochabamba este 6 de junio del 2022. Foto: Mauricio Rocabado.

Asimismo, cada 6 de junio, los profesores reciben un bono, pero denunciaron que este año, los recursos salieron de la Gestora Pública; es decir, de la jubilación.

“No se aumentó el presupuesto para educación. Y pretenden destruir nuestras conquistas como la Caja Nacional o la Gestora. Tenemos miedo que en los siguientes meses no puedan llegar los sueldos. Este 6 de junio nos está encontrando en una profunda crisis de educación”, finalizó Barrón.  

Se estima que en Bolivia hay 190 mil profesionales de la educación de distintos niveles: inicial, primario, secundario y universitario. El 80 por ciento está en el área urbana y el 20 por ciento en el área rural. El futuro de cerca a 1 millón y medio de estudiantes se encuentra en las manos de estos educadores. Muchos de ellos dispuestos a todo para cumplir con la vocación de enseñar en un aula presencial, virtual, a través de la radio o de canales comunitarios, caminando kilómetros para llegar con sus estudiantes y siendo más que solo maestros en varios casos.

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